Se hace necesario denunciar estas cosas que se llevan por delante las ilusiones de la gente. Y, sobre todo, el dinero, que en un contexto semejante no sobra, precisamente. Los juegos pueden ser un artículo de lujo si uno los concibe como lo que realmente son: un entretenimiento, algo no imprescindible. Cierto. No son agua, ni arroz, ni productos de higiene básica ni de primera necesidad pero, como cada cual decide en qué cesta coloca sus huevos, he aquí que situaciones como la sobrevenida caída de la empresa detrás de Rallyman Dirt, Holy Grail Games (HGG), es funesta para el negocio, el ecosistema de los juegos y nuestra cartera.
Los hechos: allá por julio del año 2020 se lanzó la campaña de crowdfunding de Rallyman Dirt, que actualizaba el clásico Rallyman. De todo ello, de uno y otro, se ha dado buena cuenta en este blog porque otra cosa no, pero este es uno de los juegos más AMADOS que tengo en la estantería. En mi caso, la entrada era obligatoria.
Se trataba de una tentación irresistible: un pack a muy buen precio con expansiones, modos de juego originales, un manual en español, material remozado, extras jugosos… quien hubiera entrado en la campaña previa de Rallyman GT sabía más o menos lo que le esperaba con Dirt así que nada olía a chamusquina en aquel ya lejano verano pandémico.

El desarrollo de la campaña y posteriores tampoco se salió de lo habitual. Las actualizaciones fueron llegando con más o menos regularidad y se ajustaban al guión de casi todos estos proyectos: explicar las recompensas, adelantar las reglas, decir cómo progresaba la fábrica, etc. Lo dicho, nada particularmente raro. Ni siquiera el retraso que empezó a acumularse en la entrega parecía fuera de lo normal. Si tú, lector, tienes un cierto bagaje en este modelo de (pre)compra, ya sabes de lo que hablo.
Pero claro, dos años y medio después de la entrega prevista (“julio de 2021”) ya llegaba el turno de manifestar y compartir el enfado y el desencanto que conlleva la eterna espera. Comenzaba a agriarse un poco el tono de las comunicaciones entre los ideólogos del proyecto y los -cito textualmente- “4.567 patrocinadores” que entregamos 387.919 euros, una cifra que superaba algo los 20.000 euros que se colocó como meta inicial. Este éxito no anticipaba lo que vendría, por eso la desconfianza se fue templando un ápice a medida que ¡por fin! las cajas comenzaron a repartirse, algo que ocurrió durante las Navidades de 2022.
Fue entonces cuando empezamos a ver fotos de partidas en las redes sociales, vídeos de los influencers de turno y demás mientras algunos mirábamos día y noche el correo esperando la notificación de la empresa logística de turno. Como cuando no había móviles y esperabas la llamada de la chica que te gustaba en casa sin moverte del teléfono. Pero, como ocurrió entonces, el mail diciendo ‘mañana te llega Rallyman Dirt’ no llegó jamás.
Una continua huida hacia delante
De hecho, Holy Grail Games, en un tirabuzón tan estrafalario como ridículo, comenzó a entrever sus incipientes brechas en el casco de la nave. El agua a esas alturas estaba ya en las rodillas cuando, ante las preguntas de los que esperábamos, la empresa salió al paso durante el mes de diciembre diciendo que se había repartido el 60% de los juegos y que el 40% restante se retomaría tras las fiestas.

Al margen de los juegos de palabras, recuerden que en este punto el protagonista de la historia, Holy Grail Games, ya tenía abierta una vía de agua, así que no se extrañen si el nivel ya está en la cintura. Y subiendo.
Por supuesto, el 40% restante tampoco llegó. Pero HGG comenzó a perder el rumbo y optó por hacer una funesta huida hacia delante, asegurando vía mensaje a los patrocinadores que los envíos se retomarían a la de ya, “la semana que viene,” y que las hadas viven en el bosque y tal.
En paralelo, luego lo admitieron, estaban renegociando una suerte de rescate con la empresa que les llevaba la logística para que volviera a funcionar porque ¡oh, sorpresa! ‘Juegos del Santo Grial’ había dejado sin pagar facturas previas. Y como muchos trabajadores de todos los sectores tienen la mala costumbre de pedir remuneración por lo que hacen, en la compañía encargada de la distribución se quedaron de brazos cruzados esperando que les dieran su pasta. Cosa que, huelga decir, no ocurrió. Ahí fue cuando el agua ya les llegaba el cuello a aquellos a los que -no lo olvidemos en todo momento- les entregamos cerca de 400k euros.
Y aunque HGG nos mantuvo aún con un hilo de esperanza pese al tufo que comenzaba a tomar toda la situación (“el lunes actualizamos” como mantra), la realidad se impuso y el pasado 14 de febrero, a la postre San Valentín, día de los enamorados, el golpe definitivo llegó con un comunicado en el que Holy Grail Games anunciaba su bancarrota y, como consecuencia, su cese de actividad y su pérdida de control absoluto sobre sus bienes y cuentas. Incluidos, claro, todos los juegos que permanecen en almacenes de vaya usted a saber dónde y que -perdónenme lo agorero de la predicción- no creo que veamos ni en pintura ni a medio ni a largo plazo.
Independientemente de las malas decisiones que, como veremos a continuación, resultaron una constante en la dirección de Holy Grail Games, ya vemos dos detalles que podrían haber dado un giro: la falta de transparencia, que de haberse evitado podría haber mejorado algo la actitud de los patrocinadores e incluso recibir una crítica constructiva; y el hecho de no pedir una aportación adicional como sí han hecho otras campañas de mecenazgo. ¿Hubiera marcado la diferencia? Ni idea. Pero el enroque al no plantearse esa opción o, al menos, decir que no se la han planteado, da que pensar.
A continuación voy a ir desgranando un poco el comunicado de la compañía. A los patrocinadores se nos envió una versión resumida pero en su página web se publicó el mensaje íntegramente en inglés y francés. A día de hoy, aún pueden acceder allí para su lectura.
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El comunicado de Holy Grail Games
> Primero, habla de los retrasos encadenados por culpa de la pandemia que han afectado a su venta “al por menor” por culpa de los “cuellos de botella” en su calendario de publicaciones. Como veremos, esto se trata de una especie de calentamiento para el desarrollo posterior del comunicado, que narra una historia de catastróficas desdichas que han acabado con tu dinero en el limbo, querido lector y posiblemente afectado.
> Incremento de costes como la madre del cordero (la imagen la aporto yo, no ellos, en este caso). Al leer esta parte de su comunicado casi dan ganas de ir a darles un abrazo. Se habla genéricamente de la subida de los costes de producción (hasta un 20%), de la “crisis mundial del transporte marítimo que disparó el coste del transporte de mercancías”, de los “recargos por combustible”, del “aumento de los gastos de envío a nuestros patrocinadores”. Para colmo, y aunque “a finales de 2021, las cosas iban un poco mejor” y pudieron entregar varios proyectos, todo “se vio agravado por la fuerte depreciación del euro frente al dólar”.
> El reto logístico. Un capítulo interesante este. Y es que HGG afirma que pese a todo lo anterior, pese a las pérdidas que estaba asumiendo y aunque no se pidió a los patrocinadores ningún aporte adicional, pudo sacar adelante cuatro juegos que llegaron a los centros de distribución de manera casi simultánea. Y es aquí donde entra en escena el otro actor de este episodio: Bolloré, una compañía francesa que se autodefine como “una experimentada y especializada empresa que es líder global en transporte y logística internacional”. Bien, ¿no?¿Quién necesita abuela?
Que Holy Grail Games no los contrató por el marketing es obvio; sin embargo, el por qué decidió unir su destino a ellos sí es un misterio si la relación entre ambos venía de atrás y fue, al parecer, de todo menos satisfactoria. “Pensamos que Bolloré estaría a la altura de las circunstancias. Ya habíamos trabajado con ellos en dos proyectos anteriores y, aunque las cosas no salieron a la perfección, mantuvimos extensas reuniones con ellos después y nos aseguraron que esta vez lo harían bien”.
“Por desgracia”, señalan, “los problemas empezaron casi de inmediato”. Y citan como ejemplo el inexplicable retraso para comenzar los envíos, el “perder miles de euros” al entregar paquetes equivocados a las personas equivocadas -incluso sin haber puesto un céntimo en la campaña, afirman- “y no hacer nada para corregir sus errores”.
El caos fue tal que la avalancha de quejas, de preguntas y de comentarios que HGG asegura que empezaron a llegarle desde todos los frentes les desbordó y se vieron obligados a contratar gente para dar explicaciones, lo que siguió haciendo mella en sus finanzas y minando aún más su reputación.

> La pérdida de fechas de venta clave. Con este panorama de nubarrones cerniéndose sobre los libros de cuentas, el salvavidas podría haber sido la venta al por menor de los juegos inmovilizados. Pero nuevamente todo se cruzó, según se desprende del comunicado de Holy Grail Games, en el que se vuelve a señalar a Bolloré: “Como tenían la totalidad de nuestras existencias en sus almacenes nos dejaron sin poder vender ninguno de nuestros nuevos lanzamientos en nuestro sitio web”. Por eso se lamentan de que no pudieron aprovechar los periodos de Black Friday o Navidad para ganar algo de liquidez.
> Facturas impagadas e hipotéticamente infladas: el “punto crítico”. En este mismo mes de enero todo se precipitó. Mientras los backers suplicábamos no ya por el juego sino por una explicación convincente acerca de lo que ocurría, bajo bambalinas se dirimía una negociación entre HGG y Bolloré a cara de perro. La logística, según denuncia la editora, les pasó tres facturas “pagaderas inmediatamente” aun sin haber resuelto los graves problemas previos y sin ofrecer ningún tipo de compensación. Además, volvemos al tema de los sobrecostes, que parece que encarecieron las cifras desorbitadamente en todos los conceptos, lo que acabó por hacer descarrilar a la empresa de juegos.
> Valorando opciones, HGG descartó en este punto la patada hacia delante que hubiera supuesto vender en Kickstarter otro proyecto para pagar lo anterior -aunque sospechosamente, Copan se lanzó teóricamente durante este proceso de litigio, el 10 de noviembre- por ser “peligroso e insostenible”. Y en este contexto, “la gota que colmó el vaso” llegó cuando los socios distribuidores anunciaron un retraso adicional de meses por la coyuntura económica: “Sus pedidos eran lo último que nos habría permitido seguir adelante”. Así que, tras consultarlo con sus abogados, ni siquiera meterse en juicios era ya una opción: “No nos ha quedado más remedio que cerrarlo todo”, concluyen.
A partir de ahí, mil disculpas para todos, “nos rompe el corazón”, despidos para todo el equipo de Holy Grail Games, agradecimiento a la comunidad y, en general, mucha suerte para todos. Y chimpún. Telón y cierre.
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Ni autocrítica ni soluciones
¿Consecuencia directa? Básicamente, que ajo y agua para quien haya puesto la pasta y no haya recibido ya las cajas a estas alturas. Sería alargar esto en exceso hablar de las opciones que los patrocinadores han propuesto para intentar rescatar sus juegos directamente y a título individual, por ejemplo, parches en una situación absurda que pone de relieve la desprotección de quien adelanta el dinero ante piratas del destino como estos.
Hablo de piratas, sí, porque lo cierto es que si prevalece un sentimiento de indignación en todas las líneas que he ido leyendo sobre el tema antes de formarme una opinión. Y no digo yo que Holy Grail Games haya tenido un pelo de mala intención en ningún paso, más bien al revés, de hecho. Pero desde luego lo que han hecho con Rallyman Dirt y su gestión de la crisis ha sido una travesía en la que, atendiendo a sus excusas, parece que todo ha salido del revés, desde sus propias decisiones siempre equivocadas hasta las circunstancias externas. Es que no han dado una, ni siquiera a la hora de hacer autocrítica, que es algo que tampoco verán por ningún lado.

Por supuesto que uno tendría que estar en esa situación para lidiar con la presión y todos los elementos que deben tomarse en consideración pero desde fuera no creo decir nada muy loco si manifiesto mi absoluta incomprensión respecto a la forma que tiene una empresa para presupuestar correctamente sus proyectos. Es inaudito que en este desenlace, Dirt sea solo la punta del iceberg y hasta cuatro o cinco proyectos más hayan estado implicados de alguna manera en la historia.
Inaudito que sacando cerca de 400.000 euros de forma directa más los acuerdos con distribuidoras que tendría por detrás se pierda todo. Personalmente me siento estafado en la misma medida que anonadado de la incompetencia y la carencia de profesionalidad y de tino de esta gente. Incluso de la inocencia que parecen traslucir al confiar en una empresa, la de logística, que parece que ya se la había jugado anteriormente. Me cuesta creer que no tuvieran más opciones.
El papel de Kickstarter y de la empresa logística
Eso no quita para que, desde nuestra rabia, no haya que denunciar igualmente la actitud de Bolloré. Todos tendríamos razón al hacerlo. Podríamos ir a tirar huevos a su sede y amenazar con quemar sus almacenes. Pero independientemente de lo chapuceros que parecen ser, ¿quién le puede censurar que hayan perdido la paciencia también a la hora de recibir algo de la pasta que se les debe? En este caso tenían la sartén por el mango y esa posición de fuerza seguramente le reporte algún beneficio si el tema se judicializa, como parece.
Kickstarter es la otra pata del banco y aunque de los actores implicados es el único que no pierde nada en el asunto, no ha quedado exento de los dardos de muchos de los patrocinadores. Vaya por delante que las reglas del juego posicionan a Kickstarter como la banca: ellos siempre ganan. Porque recordemos qué es Kickstarter: una plataforma que pone en el escaparate proyectos ‘espiritualmente’ de corte amateur (hay que reírse de esto de ‘amateur’, pero en fin) para que, quien lo considere oportuno, contribuya con su dinero a que el proyecto se haga realidad.
Es una suerte de mecenazgo del siglo XXI en el que el riesgo es de todo menos equitativo: que la mayoría salgan más o menos bien, aun con retrasos, no debe hacernos olvidar que al poner dinero la plataforma ya te avisa de que la cosa puede no ir adelante, que hay riesgos y, lo más importante (para ellos) es que ellos eluden toda responsabilidad. Su razón de ser es morder su porcentaje cuando suena la campana del límite del plazo de financiación y, tras eso, nos lavamos las manos y aquí paz y después gloria.
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Vale, muy bien todo pero, y ahora, ¿qué?
La situación no nos ha afectado únicamente en España. El resto de países de nuestro entorno e incluso en Norteamérica he leído de gente que se ha quedado compuesto, sin juego y con un berrinche de narices. ¡Ah!, y con un detalle adicional que no había comentado aún: el hecho de que mientras unos sí disfrutaban el juego y otros ya perdían la esperanza por lo que transmitía HGG, se ha llegado a vender en Amazon en algunos países. E incluso la partida destinada a tiendas, que al parecer fue entregado por otra vía, al menos en nuestro país, ya se anuncia y se puede reservar en tiendas, lo que añade más sal a la herida. Yo he pedido de nuevo el juego pero manda huevos que tengamos que pagar doble siendo víctimas de este bochorno.
Con todo ello, pese a todo, la ‘resistencia’ se ha atrincherado en Discord y hay un intento serio de organizarse y de buscar soluciones alternativas. Por supuesto, a estas alturas todo es pura conjetura y, si me permiten la opinión, pura fantasía.
Al menos Jean-Christophe Bouvier, el creador del juego, parece haberse implicado lo que ha podido. Ciertamente no es mucho porque hasta él mismo afirma no haber recibido copias del juego e incluso tampoco cuenta a estas alturas ya con los derechos de su obra, propiedad de la editorial. Pero imaginamos que algún contacto manejará y con el alivio de no haberse enmarronado más de la cuenta con la historia, es bueno que, ante la batalla legal que se dará en Francia en los juzgados o en los almacenes, sea mejor contar con su espada. Que al final es lo que somos y los que nos gusta ser: unos quijotes.

Los insultos y las críticas hacia HGG se han leído en todos los idiomas pero ya que estamos con el castellano, de lo que se ha dicho y escrito sobre la situación, y para ir concluyendo, les recomiendo una escucha. El podcast Punto de Victoria siempre merece la pena pero, además, en su episodio 116 trató este tema que nos ocupa hoy aquí.
Es a partir de la hora y 37 minutos cuando Preacher, otro de los afectados por la caída en desgracia de HGG, introduce la cuestión. Y entre las opiniones que se escuchan, tengo que suscribir al 100% la reflexión de Pablo en torno a la increíble y absurda dependencia que muchas compañías tienen respecto a este tipo de plataformas de financiación sin tener realmente planificado, presupuestado o anticipado un plan de contingencia que minimice los posibles efectos asociados a retrasos, incrementos de costes, etc. Porque como es el caso, la misma viabilidad de las compañías queda expuesta pero el dinero que se pierde es el tuyo, querido compañero de fatigas. A mí tampoco me da pena pero, como concluye Pablo, lo mejor es no darle ya más vueltas.
Muy buen post, enhorabuena !
He aquí otro de los afectados con su «all in» al estilo Preacher, y con la única esperanza de que el Sr. Administrador Concursal se apiade de nosotros, y opte por repartir las cajas (vía rescate o no), en lugar de subastarlas para que una distribuidora haga su «agosto» particular.
No sé cómo le irá a Devir, pero comprar un producto que no va a tener soporte y que aparece con erratas ya descritas, no parece una gran opción… otra cosa es que la gente con tal de especular compre a 50 para intentar vender por 80, pero eso ya cada uno…
Un abrazo, y esperemos que podamos tener «nuestras cajas» algún día en casa !
Muchas gracias por tu comentario. Nos queda eso, la piedad y que el tiempo juegue a favor. A ver si suena la flauta! Un saludo!