Horrified, un tenebroso guiño al terror clásico

La estadística al rescate de una percepción nefasta en cuanto a partidas durante este pasado mes de junio. Pensaba, ya sin razón, que durante los últimos 30 días solo había probado Horrified. No ha sido así, pero casi: añadamos a la lista El Valle de la Muerte, Infranqueable y Bullet. Algunos de los motivos ya han sido expuestos para tan desolador paisaje.

De Horrified habría alguna que otra cosa que decir. Sin ser un peso pesado, al menos sí es el que tiene más enjundia de este peculiar conjunto que me amenizó parte del mes extinto. Se trata de un juego cooperativo, diseñado por Prospero Hall, un colectivo que ya ha firmado alguna que otra caja de interés, como Pan Am, Disney Villainous o, por aproximarnos más a lo que nos ocupa hoy, conversiones de franquicias cinéfilas como Tiburón o Regreso al Futuro.

Horrified es un juego de mecánicas sencillas que bien vale para amenizar una tarde pero que tampoco pasará al olimpo. Lo que más llama la atención, no obstante, es el tema, ya que toma prestada toda la imaginería de los monstruos clásicos para ofrecer una aventura en la que nuestro papel como simples mortales es evitar que el terror inunde las calles y el mal triunfe.

La alineación a la que tenemos que hacer frente es digna de las películas de la Hammer: Drácula, el hombre invisible, la cosa del pantano, la momia, el hombre lobo y Frankestein y su novia frente a unos no menos tópicos héroes como el científico, el arqueólogo, el inspector o el chico de los recados, entre otros.

La mecánica de Horrified es bien simple y remite a los juegos cooperativos más referenciales en cuanto a fundamentos. La más obvia es la de los puntos de acción: cada jugador dispone de un limitado número de ellos que puede usar para moverse y hacer algunas acciones sobre el tablero para interactuar con otros personajes o ir cumpliendo las tareas asignadas. Además, cada uno tiene un poder exclusivo, algo que también hemos visto en infinidad de juegos.

Con estas armas, la idea es la de ir yendo de un lado a otro por el tablero para, básicamente, recoger objetos y descartarlos en localizaciones específicas en las que cumplir los objetivos que demanda cada enemigo. El tablero representa una ciudad en la que cada posición corresponde a un lugar de interés: el museo, el puerto, la estación de policía, un cementerio, etc., poca sorpresa por este lado. En este sentido, y como sucede en juegos de este tipo, la movilidad y el posicionamiento es uno de los aspectos más relevantes del juego: saber dónde ir, anticipar movimientos ajenos, situarnos para futuros turnos o incluso acercarnos a los colegas para compartir objetos es una de las claves para desenvolverse en este mundo tan particular.

He de decir que la parte de los héroes me parece un tanto floja. O más bien sosa, no sabría cómo decirlo con mayor precisión. Me da la sensación de que hay momentos en los que no tienes mucho que hacer. Si no tienes objetos a tiro, o los tienes y te pilla lejos la meta y estás en un lugar protegido, no será raro que el no hacer nada sea la mejor opción. Y es que, al margen de lo expuesto, las opciones son relativamente limitadas. Y no será porque no haya trabajo que hacer: la idea es la de derrotar a los monstruos mientras se ayuda a los ciudadanos que van pululando por la ciudad al tiempo que se intenta que el pánico no consuma los nervios de todos. Suena agotador.

Frente a lo anodino y más o menos encorsetado del papel de los personajes principales, la mecánica de los monstruos sí me ha parecido destacable y es por lo que merece la pena darle un tiento al juego si se les pone a tiro. Porque cada uno obliga a hacer tareas muy diferentes para quitárselos de enmedio. La estructura de esta pelea contra el averno es similar para todos. Se desarrolla en dos fases: una primera en la que hay que irse currando algún tipo de tarea a base de usar y descartar ítems en localizaciones específicas; y una segunda en la que, generalmente, hay que ir al encuentro del enemigo y fundirlo a base de más descarte de objetos acumulados.

Y lo divertido del asunto es que cada monstruo pide retos muy diferentes unos de otros, lo que supone un verdadero quebradero de cabeza a la hora de organizarse y de atender a las prioridades. No es un juego en el que, como sucede en Pandemic, haya que ir apagando fuegos, pero sí al menos presenta un desafío constante para saber qué es lo siguiente que hay que solventar. Sin entrar en muchos detalles y por citar algún ejemplo, a Drácula hay que reventarle los ataúdes de seguridad que tiene repartidos por la ciudad; al hombre lobo descubrir su cura o a la momia colocar correctamente las piezas de un puzle deslizante.

Prácticamente para todo se usan los objetos. Denominarlos así es una abstracción mayúscula porque lo único que nos importa es el lugar donde se sitúan, el color y la fuerza. En esto no hay nada temático, por mucho que la mayoría tengan dibujos que, al menos, invitarían a ser algo más específico. Tal vez hubiera significado una complicación extraordinaria de la que el diseño huye. No me parece mal del todo. El caso es que al comienzo de la partida se reparte una docena de ítems por el mapa y durante la partida se van reponiendo al comienzo de la fase de monstruos, guiada por una carta que es el eje de la diversión y la incertidumbre (y del mal, dicho sea de paso).

Además de ese guarismo, puede suceder o no un evento que afecte a todos los monstruos, a alguno en concreto o a los héroes. Y por último hay una línea de actuación que indica qué enemigos se moverán por el tablero, cuánta distancia y con qué fuerza atacarán si se da el caso de que coincidan con algún personaje. Sí, atacar, porque ¡ay, estimados lectores! estos engendros van a por todo bicho viviente con el que se crucen. Será entonces cuando lancen unos dados para señalar los impactos que nos manden al hospital o que nos obliguen a descartar objetos para salir del paso.

Salir derrotado no es un drama per se, pero sí obliga a mirar con cierta cautela el marcador de terror que no va a perdonarnos muchas alegrías en este sentido. Cada vez que un monstruo ataca con éxito, va subiendo este contador que nos aproxima a la perdición y a la derrota.

Y en eso hay que tener cuidado de otro de los asuntos que le dan personalidad a las partidas: el tema de los ciudadanos que aparecen en el mapa. Se trata de un factor secundario pero determinante a la hora de evitar que progrese el terror. Son elementos disruptivos, que suceden de manera inesperada, y que activan una especie de mini juego en el que los héroes deben ayudarles a cruzar la ciudad hacia una zona segura, cada cual la que pida. La recompensa por tamaña proeza es una carta de ventaja, una de las pocas ayudas adicionales con las que contarán los buenos durante el juego.

Y esto es, más o menos, Horrified. A continuación, algunos comentarios adicionales. El primero es sobre el material. Incluye un buen tablero, troqueles para los héroes y los ciudadanos, miniaturas para los monstruos, cartas más que correctas y un arte bastante potable. No tiene mucha incidencia en el juego pero no está mal. Y todo por un precio ajustado, algo que creía ya más o menos olvidado dados los tiempos que vivimos (unos 45 euros me costó) y en una caja de tamaño contenido, nada de venderte aire como suele suceder en ocasiones.

Luego deberíamos hablar de la dificultad. En esto cometí un error yo mismo. Porque siempre suelo jugar con dos héroes pero al comienzo lo hacía enfrentándome a dos monstruos. Y ganaba sin despeinarme, lo que me dejó una sensación bastante fría. Luego ya una lectura más atenta al manual me abrió los ojos al hecho de que lo que yo estaba haciendo era preparar las partidas como un “novato” pero que lo normal era enfrentarse a tres enemigos. Y ahí sí que el nivel se endureció bastante. Incluso en el paroxismo de la locura podemos hacer frente a cuatro rivales pero eso me parece para elegidos.

Y dado que solo lo he catado en solitario, pues todo lo expuesto hasta aquí aplica de igual manera. Realmente, al ser un cooperativo sin información oculta no hay problema en manejar el número de personajes que uno quiera. Eso solo influirá a la hora de ir agotando el mazo de monstruos (que es una condición de derrota), pero mecánicamente no hay ninguna diferencia. Las reglas indican que, de ir con un solo personaje, el único cambio es empezar con el nivel de terror más avanzado, pero poco más. Más que apto para un solitario… aunque él ya verá si le conviene salir sin compañía a esas calles oscuras y con los monstruos más legendarios acechando.

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