From, la serie que te atrapará (y no te dejará salir)

La cara de Harold Perrineau os sonará. No es que su alter ego, Michael, durara mucho en la isla de Perdidos pero, al ser de la primera remesa de personajes que conocimos en aquel misterioso comienzo de la serie que paró el mundo, cuando aún éramos jóvenes imberbes, su rostro quedaría para siempre cincelado en el recuerdo, en la categoría de “este tío me suena”. Suerte que todo esto sea ficción porque, de lo contrario, pensaríamos que a este actor le persigue el infortunio más enigmático que pueda existir, por improbable que parezca.

Porque si ayer fue la supervivencia cruel y mística en una isla tras un accidente aéreo, lo que le toca hoy a Perrinau es la supervivencia cruel y mística en un pueblo que, aunque no haya océano –ni aviones-, le mantienen a él y otras decenas de personas atrapadas sin remedio y sin saber por qué. From, uno de los últimos pelotazos que trae HBO en cuanto series del fantástico, narra las aventuras y desventuras de un grupo de personas que han acabado en un pueblo de ubicación incierta del que no pueden salir. Todos ellos han ido llegando con años de diferencia, perdidos en un bosque que para unos se sitúa en un punto y para otros en otro de toda la geografía de Estados Unidos, tan extensa como conocen.

Pero esta claustrofóbica sensación de aislamiento forzado no es lo peor. Lo peor es que, por la noche, se asoman para atormentarles monstruos que, si hasta ahora hablábamos de Perdidos, colocan a la producción en un terreno directamente emparentado con The Walking Dead: sangre, vísceras y un apetito atroz que se repite casi cada madrugada y que coloca a los personajes (humanos) en una posición cada vez más y más complicada.

Como en las series mencionadas, From se nutre de esa angustia para poner a los personajes en situaciones límite física y mentalmente, porque más allá de lo gore, a lo que remite el guión con el paso de los capítulos es al cómo afecta la vivencia a todos en su psicología. Y de todo habrá, desde los resignados, los que se dejan ir, los que se vuelven locos… el catálogo no ofrece demasiadas sorpresas por ahí, pero no deja de ser un elemento clave para entender el devenir de los acontecimientos.

Por supuesto, dados los antecedentes, From también alimenta el fuego fatuo de la huida hacia delante en la presentación y desarrollo de la trama. Y lo hace sin ningún tipo de vergüenza ni cortapisa. Cada capítulo va dejando en el aire cuestiones, preguntas, enigmas que, quienes vinieran de aquella tragedia del Oceanic Air ya nos tememos que, al final de los tiempos, seguramente se queden sin respuesta. La acción va consolidando la vida de los habitantes de este ecosistema tan peculiar, cada vez más adaptados y, en general, resignados a su suerte. Son los nuevos que van llegando los que mantienen la luz de la esperanza y los más decididos a escapar de esta cárcel. Y por eso vamos intuyendo alguna cosa pero en mayor medida haciéndonos cada vez más preguntas. Si son de los que odian los finales abiertísimos al final de cada temporada, he aquí el único spoiler que les haré: van a tener ganas de empotrar con rabia las pantuflas en la pantalla al término de esta primera tanda.

El detonante de la acción en la que nos sitúa From es la incorporación al elenco de una familia que, tras quedarse atrapada en el bucle al circular por una carretera en busca de la autopista (ilusos), entiende por las bravas que le va a tocar quedarse allí más tiempo del previsto. En dirección contraria viene otro coche perdido con el que colisiona y con el que, literalmente, empiezan las carambolas de las que somos testigos. A partir de ahí, y aunque el espectador ya les estuviera esperando, comenzamos a profundizar en la propuesta del guion y a sumergirnos en las esperanzas y desesperanzas de todos los personajes.

Que, dicho sea de paso, incluso el elenco parece adornado de los clichés típicos de este tipo de cintas, desde el sheriff a la enfermera pasando por la ruda paleta, los orientales-que-apenas-chapurrean-el-idioma, los niños visionarios, el rarito al que todos toman por loco, la buenrollista, la adolescente inestable o el genio trastornado. A medida que avanzan los episodios todos ellos van dejando pildoritas que responden a su desarrollo de la personalidad que les ha tocado en suerte y eso no acaba dejando del todo bien parados a muchos de los actores que desfilan por nuestra pantalla.

En una serie de esas que se dicen como ‘coral’ llaman bastante la atención estas diferencias entre el trabajo interpretativo de unos y de otros. Por poner un ejemplo, en la parte buena creo que personajes como los del sheriff Stevens (encarnado por Perrinau, precisamente), su ayudante o la doctora son bastante creíbles; en el otro lado vemos a muchos muy sobreactuados como la hija de Jim, Donna, la jefa de la Casa Comunal o, sobre todo, al hijo del sheriff, que parece vivir de tópicos y de lucir palmito.

Hecha esa salvedad, y por volver al tema del argumento, la historia ya se adivina como eterna en el futuro si de verdad se pretende dar respuesta veraz a todo lo que se va planteando. Pongamos que está ese problema del dónde están, qué es ese sitio, por qué ocurren los fenómenos que ocurren y qué tiene de especial la gente que acaba allí. ¿Hay salida, hay alguna forma de hacerse escuchar ante los de fuera? ¿Están muertos? Ojo, que esta pregunta no es una cuestión baladí porque ya no la comimos doblada con Perdidos y aquí parece que podría ser una teoría plausible dadas las circunstancias. Algunos personajes filosofarán sobre ello y les sacarán de dudas.

Sea lo que sea, en el otro lado está el aspecto de terror sobrenatural. unos monstruos medio vampiros medio muertos vivientes que lo gozan al comerse a los habitantes del pueblo y que parecen imparables. Solo el descubrimiento de unos talismanes (algún día a lo mejor se nos explica qué son más allá de la vergonzante escena de su descubrimiento) permite encerrarse en casa con seguridad. Pero hay más, elementos que se van añadiendo al panorama de miedo y de claustrofobia como esas voces que hablan algunos, un pequeño fantasma que pulula por allí y que es presuntamente bueno o… o bueno, mejor échenle un visionado, que la cosa lo merece. Y así compartimos el final abrupto y las ganas de que coloquen en la plataforma la segunda temporada y las que vengan.

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