
Para arquitectura, para paisajes, incluso para fotografías nocturnas. El fabricante suizo Irix ha puesto en el mercado hace meses su última lente, un ultra-angular de 11 milímetros, con una apertura moderada (f4) pero con una calidad de construcción y de imagen que señalan a este objetivo como uno de los mejores en relación calidad/precio dentro de esta categoría.
Este 11 mm. es el segundo producto que sale de la factoría suiza, tras el 15 mm. que vio la luz hace un par de años. Además de esos cuatro milímetros, la gran diferencia nominal entre ambos es la luminosidad, que en el caso del antiguo se situaba un paso por debajo, en el f2.8.

No obstante, y a falta de probar aquel, este 11mm. de Irix ha recibido muy buenas críticas gracias a un rasgo diferencial: su mínima distorsión de líneas y ausencia de aberración cromática en sus bordes, tan típicas de estas ópticas tan extremas. Esa característica le coloca en el rango de los objetivos ‘serios’ sin apartarse demasiado de las posibilidades creativas que suelen ofrecer estas angulaciones. En este caso, hablamos de un cristal capaz de abarcar, según su fabricante, un ángulo de visión de 126º. Es decir, es óptimo para paisajes y edificios sin necesidad de estirar los bordes de la toma directa de la cámara, como sucede en un ojo de pez.

Lo primero que llama la atención al coger este objetivo es su aparente buena construcción. Obra en nuestro poder la versión Firefly que, para entendernos, es la barata: puesto en casa desde su web oficial son 530 euros aproximadamente. Existe una variante, la denominada Blackstone, cuyo precio es unos 150 euros superior y cuya principal diferencia es que la construcción, ya que en vez de material plástico, usa acero para el cuerpo.
La calidad óptica y su esquema interno de lentes, eso sí, es total y absolutamente similar en ambas. El peso también es más o menos es el mismo (unos gramos más para la versión Blackstone), y ronda los 750 gramos. Otra cosa que les diferencia es que la escala de enfoque está grabada, en la versión cara, con una tinta reactiva a la luz UV que ayudará a configurar los parámetros sin necesidad de linterna en escenas nocturnas. Ambos comparten un segundo anillo que bloquea el enfoque, y el parasol, integrado en el cuerpo y permanente. Afortunadamente, la tapa está más que bien diseñada: si tienes o has tenido un Peleng sabrás que eso no siempre es así.

El ‘unboxing‘ del objetivo es delicioso, permítanme la expresión. Dentro de su elegante caja de cartón viene otra de lata que incluye la lente, perfectamente sujeta y protegida con una cuna de gomaespuma. Completa el contenido una segunda tapa trasera para el objetivo, una funda para transportarlo (blanda para el Firefly y rígida para Blackstone, otra diferencia), y un pequeño manual multi-idioma que, en español, se lee con una gramática correcta y sin faltas de ortografía. En la web de la empresa debería estar colgado el manual extendido pero la url, al menos en el momento de escribir estas líneas, no está disponible. Pueden usar el del objetivo de 15mm. porque no cambia demasiado.
El Irix 11mm. f/4 es un objetivo manual… a medias. El control de apertura se hace con la cámara, así que un problema menos. El enfoque, esto sí, queda en manos y al buen ojo y planificación del fotógrafo. La escala impresa es sencilla -no había pérdida- y precisa, con un rango de enfoque que va desde los 27,5 cm. hasta infinito; curiosamente, enfocar al ‘eterno’ es más fácil que nunca ya que un clic en el anillo te anuncia, aun estando a oscuras e incluso sin mirar, que has clavado las miras en la lejanía.

Hasta aquí nada excepcional. Realmente tampoco es algo único lo que viene a continuación, pero es una ayuda inestimable: el objetivo da información sobre la profundidad de campo que se alcanza con una apertura dada y teniendo en cuenta la distancia de enfoque. El dato viene dado por un rango impreso en el barril que, con la distancia centrada en la marca, abarca tanto el punto mínimo como el lejano de nitidez que se alcanza con la configuración que hayamos colocado. De la misma forma sirve para, de un vistazo, saber si cogeremos bien lo que nos interese o no, y qué diafragma nos podría servir mejor.
Muy relacionado con ello, aparece otra chuleta, en este caso de la distancia hiperfocal. Este concepto, uno de los más explicados (y difíciles de entender) en el mundo de la fotografía, es clave en el estilo de foto que beneficia esta lente, de ahí que esta ayuda sea de agradecer. Consiste en una especie de regla en la que, si hacemos coincidir la apertura que queremos con la marca de enfoque, nos indica la distancia mínima a la que saldrá todo enfocado. Y de ahí, al infinito y más allá.

Hay que precisar que, tanto en uno como en otro caso, las ayudas impresas vienen dadas para f/8, f/11 y f/16, obviando no solo las que dejan pasar menos luz como, sobre todo, las más luminosas. En el caso de este 11mm., recordemos, podemos alcanzar el f/4 (f/2.8 en el Irix 15mm., hermano mayor de nuestro protagonista).

La experiencia. Muy grata. El tacto es sensacional. Las arandelas de enfoque ofrecen una resistencia justa y la integración con la cámara es contenida. No me gusta tanto el anillo de bloqueo, tan útil como incómodo. Me parece una lente muy noble que hay que domar. Por su propia fisionomía, a las opciones de usarla de manera más seria se une una inmensa capacidad creativa. Y en ambas facetas he ido haciendo pruebas:
Lo de la distorsión está verdaderamente bien. Es cierto que no es perfecta. Hay ahí que jugar con el encuadre para intentar ‘dibujar’ en el visor la toma que queramos. En muchos casos lograremos esas pretendidas líneas rectas y proporciones perfectas. En otras contemplaremos cómo existe un alargamiento de figuras un tanto exagerado y, en algunos momentos y en los extremos, casi inadmisible.

La aberración cromática, eso sí, es casi inexistente. He tenido que ampliar mucho las imágenes para hallar algún rastro y me ha sido verdaderamente difícil hallar estos defectos. Acompaña a esta característica la magnífica nitidez en la zona central y una excelente saturación de colores, si bien puede que por obsesión o por las condiciones de luz que me han tocado, me da la impresión de que ante los azules se queda un poco tibio. Sobre la nitidez no acaba de convencerme un pelo la imagen en las esquinas. Ya sabía, incluso por experiencias previas, cómo en los bordes se desenfoca la imagen pero sinceramente en ese aspecto esperaba algo más.

Por último, como nota curiosa pero práctica, el tema de los filtros. Al tener la lente esférica, resulta imposible adaptar filtros de rosca. Queda la opción del portafiltros o tirar de imaginación, que es lo que han hecho en la casa suiza. En este caso han diseñado un sistema por el cual se pueden colocar filtros de gelatina en la propia bayoneta. Es un sistema muy simple pero que funciona y que permite tirar de obturaciones más lentas cuando la ocasión lo estime, por ejemplo para foto de arquitectura o para obtener efecto seda en entornos acuáticos. La imaginación al poder.

*Todas las fotos del post con el Irix 11mm. se han hecho con una Canon 5D Mark IV
Gracias por esta review del Irix 11mm. ¿Tras haber probado este 11mm y el 15mm, con cual te quedarías para arquitectura, paisaje y nocturna para un cuerpo full frame?
Un saludo
Hola, muchas gracias por tu comentario. Realmente no llegué a probar el 15, únicamente comparé características. Yo uso el 11 en FF y es perfecto para esos usos dado que las posibles distorsiones (que no son muy acusadas) van a los extremos, con lo cual siempre ofrece algo más de margen. En todo caso, ambas focales cumplirían sin problemas. En cuanto a la foto nocturna ya tengo alguna reserva más dado que la versión F4 con el hecho de que el enfoque sea manual obliga a ser muy fino. A lo mejor las versiones 2.8 facilitan un poco más la tarea.