
Asia, ya lo contábamos, es otro mundo. Para la correcta comprensión del juego Goritaire he visto un par de vídeo-reseñas en japonés en las que explican perfectamente sus mecánicas básicas. Gracias a ellas y a un pequeño apoyo en forma de lectura de reglas en inglés, creo que sé jugar. Yo de japonés, ni papa, hulio.

El juego es un pequeño solitario que llegó a Europa casi de paseo por la pasada feria de Essen y que solo podía acabar en España de la mano de ese descubridor de rarezas molonas que es Gaceta de los Tableros. En este caso, se trata de un pequeño pique de cartas de unos 20 minutos de duración en el que el objetivo es tan abstracto como colocar siete gorilas en línea y darles de comer… bananas, naturalmente.
Es un juego tan minimalista como especial en sus normas, en su arte y en su grafía. Las cartas son de dos tipos: las de los gorilas y las de las bananas. La idea es la apuntada, alinear siete gorilas en la base de la pirámide que iremos construyendo, para lo cual nada tan sencillo como colocar una carta de simio desde la mano. La única obligación es que siempre debe ponerse a la derecha de alguna ya puesta; y si va a pisos superiores, que se apoye sobre otras dos cartas. Hasta aquí, sin complicaciones.

La meta es crecer en horizontal pero querer hacer más pisos tiene mucho sentido. La idea es que, durante un turno del juego se pueden hacer hasta una quincena de acciones que implican activar los gorilas que estén ya sobre la mesa. Pero no cualquiera. Cada acción exige activar el simio que ocupe una fila determinada; generalmente, cuanto más alto se encuentre, más ventajas reportará. A veces hasta se combinan y hay que llamar a filas a varios de pisos distintos.
En cada ronda podemos colocar gratis un gorila en la mesa, pero para cualquier otra cosa, incluso para poner otro simio durante ese ciclo, hay que usar las acciones. La dificultad de todo esto es que, al final de cada turno, tenemos que alimentar al grupo con bananas, a razón de una por cabeza. Y como generalmente no nos llegará lo que tengamos en mano para hacerlo, tenemos que tirar de las acciones para conseguir más o buscar otras soluciones.

En Goritaire se introduce un concepto novedoso: los plátanos imaginarios. Y es que para dar de comer a estos animalicos podemos usar las cartas de nuestra mano pero también tirar de bananas ‘hipotéticas’ que dan ciertos efectos del juego, y que se contabilizan aparte y se pierden si no se usan al final del turno.
Con estas cuatro cosas y un par más, el diseñador japonés Pawn se saca de la manga un juego mínimo, muy apto para la fabricación casera y que juega en la competitiva liga de los solitarios de despliegue fácil, reglas sencillas y reto de los que pican e invitan a intentar domar a los dichosos gorilas una y otra vez. Fácil, desde luego, no es.

El material, como decimos, es muy reducido. Sólo una baraja de 54 cartas con la mitad para bananas y la mitad para gorilas. El mazo de juego básico usa únicamente 36, con una proporción establecida de antemano, pero lo suyo es jugar con todo. Lo cierto es que esta edición traída de Japón vía Alemania es más que meritoria. Pese a lo ramplón del planteamiento, cada carta -de un material excepcional, por cierto- es distinta al resto.
Los animales tienen expresiones y poses diferentes, muchas de ellas incluso con un texto -en inglés, al menos- que sirve para darle colorido al juego, si bien no tiene un uso práctico en la partida. Pero más sorprendente aún que hallar 27 simios diferentes es que haya 27 cartas de bananas y que casi todas sean también diferentes entre sí.
Además, esta pequeña caja incluía unas reglas en completo japonés y una pequeña concesión al jugador occidental con la inclusión de una chuleta del flujo de turnos y un contador de bananas imaginarias que, eso sí, mejor obviar en favor de unos marcadores caseros no solo para ese conteo sino para evitar el engorro de girar las cartas sobre la mesa y señalar qué mono ha participado en la ronda (esto explica las fichas de parchís de las fotos). Lo único que se echa en falta es una chuleta con las acciones, ya que no son nada fáciles de memorizar y te obliga a tener una traducción al lado. Porque esto, amigos de los animales, es mucho más que un banquete de bananas.
Tienes que probar el sheepy del mismo autor (PAWN) y está en tablet. Muy interesantes ambos.
Lo miraré aunque digo ahí, el ‘importador’ oficial de estas cosas es Gaceta de los Tableros. Pero ya en app resulta tentador 🙂