Founders of Gloomhaven: esto es lo que hay en la caja

Hay que aclararlo siempre: el gato NO va incluido
Hay que aclararlo siempre: el gato NO va incluido

Hablando de retrasos en las campañas de crowdfunding, he aquí uno de estos casos: nada más y nada menos que seis meses se ha hecho esperar Founders of Gloomhaven, el juego de Isaac Childres que hereda la atmósfera de su exittoso Gloomhaven para ofrecer un enfoque diferente de aquella tierra fantástica y guerrera: esta vez estamos ante un euro medio-duro en el que el objetivo es contribuir lo máximo posible al desarrollo de una ciudad en la que convivirán hasta nueve razas diferentes.

Tanto si DHL te ha alegrado con el envío como si no, he aquí lo que va dentro… y fuera de la caja. Empezando por el envoltorio ya vemos una cosa que llama la atención y que debe ser lo primero a considerar una vez que tengas el paquete en tus manos. Así pues, que no te pueda la ansiedad porque, por un error de distribución, hay una bolsa pequeña que incluye 40 cristales o gemas de colores que no se incluyó dentro de la caja y que viene pegada con cinta adhesiva en un lateral. Estaba enterado del tema y aún así reconozco que puede ser fácil que pase desapercibida porque es más pequeña de lo que uno pudiera esperar, y cuando empieza la fiesta de quitar plásticos puede traspapelarse. Así que, ojo.

La fotografía no hace justicia al brillo de la caja. Espectacular
La fotografía no hace justicia al brillo de la caja. Espectacular

Salvado este primer escollo, ya sí procedamos al desembalaje. Quitamos el plástico y la caja en sí es la segunda sorpresa. Es una auténtica maravilla por la ilustración de la portada y sobre todo, por el material: cartón duro y con una pátina brillante que hace pensar que aún está precintado. Luego haremos una consideración sobre su interior pero antes de nada, vamos al turrón.

¿Por dónde empezamos? Founders of Gloomhaven tiene cartas, troquel y madera. Vayamos por esta última. El primer vistazo delata tres bolsas con material. En una vienen 225 pequeños cubos de colores (25 para cada una de las nueve razas); en otra, 135 discos de colores (15 por cabeza). Hasta aquí, lo más convencional. Lo más molón del pack son los meeples: cada raza dispone de tres que, además de por el color, se diferencian por la forma que tienen y por un dibujo que los caracteriza. Con tanta variedad es cierto que hay colores que pueden parecerse mucho pero el carisma que ganan con esta personalización debiera ser suficiente para distinguirlos sin apuros.

Madera para una ensalada.
Madera para una ensalada.

Además, hay una ficha de jugador activo en forma de escudo e ilustrada (la mía presenta un borrón en una de las esquinas, por cierto) y seis ‘marcadores de completado’, que simulan casitas de colores. Ojo en este punto que puede dar lugar a una confusión en el inventario inicial ya que, como comparten color con algunos personajes, es fácil pensar que nos falten tres piezas. Pero tranquilos: son seis, y ya. No hace falta buscar debajo del sofá.

Foto de familia interracial. Gloomhaven es una ciudad cosmopolita
Foto de familia interracial. Gloomhaven es una ciudad cosmopolita

En Founders of Gloomhaven también hay cartas. Son de dos tamaños. Las grandes son de tamaño estándard y son las de uso más común. Entre ellas hay 21 de ‘edificios de prestigio’, que se corresponden como veremos posteriormente a losetas de localizaciones; 18 cartas de consejero que otorgan poderes especiales; 22 naipes de acciones normales; y 9 cartas de eventos de ciudad que realmente no son para este juego sino para el Gloomhaven original. Estas cartas presentan huecos que habrá que rellenar con algún dato de partidas del FoG para integrarlo en el mazo de eventos de su hermano mayor. Y hasta aquí podemos leer.

Las pequeñas son de dos tipos: las hay de recursos, que se reparten al principio de la partida para que cada jugador la coloque en su tablero personal y pueda tener algún tipo de ventaja propia. Las otras son las de ‘logros’, en una traducción libre: pero en el fondo es eso, misiones que hay que ir cumpliendo para ganar los puntos que indiquen ea en el momento o durante o al final de la partida.

Cartas pequeñas: de recursos (izquierda) y de logros (derecha)

Vamos al tablero. De tamaño contenido, cuadrado y con una cuadrícula. El juego es alérgico a las curvas y eso se plasma en un terreno de juego un tanto soso y esquemático, con un mapa poco detallado en el que hay cuatro tipos de terreno enmarcados por una cuenta de puntos. Por un lado hay una versión ‘temática’ más compleja, con un río en la parte izquierda, el mar en la inferior y un muro en la derecha que reducen el número de posiciones libres; por el otro, una versión radial en la que tres ríos confluyen en el centro y que, sin mayores accidentes geográficos, resultan más benévolas para jugadores principiantes o menos agresivos.

Las dos caras del tablero: el difícil (izquierda) y el 'friendly' (derecha)
Las dos caras del tablero: el difícil (izquierda) y el ‘friendly’ (derecha)

El cartón. Lo más llamativo son los tableros de raza. Como hemos dicho, hay nueve que, con sus diferencias de estilo y de color, proporcionan la misma información al jugador. Mucha información, de hecho. Vemos el nombre de la raza y una ilustración temática que mejora con mucho el aspecto gráfico del juego hasta este punto. En este panel personal hay hueco para colocar las casas personales del jugador, los puentes de la raza, el tipo de recurso que domina, una carta de control de recurso, un poder exclusivo y un recurso inaccesible por defecto para ellos. La preparación se antoja ardua con tanto detallito porque a todo esto hay que sumar las distintas chuletas, los meeples, los cubos y discos de madera, losetas exclusivas… uf… los amantes del TOC preparatorio lo pasarán en grande incluso por el reverso, que ofrece una versión más simple para jugadores noveles.

Estas son todas las razas, con sus respectivos tableros individuales.
Estas son todas las razas, con sus respectivos tableros individuales.

Hay otro cartón de tamaño similar a estos, que es el tablero de subastas. Sobre él, y en sus huecos determinados, se colocan los consejeros y los edificios de prestigio que se ponen en juego en cada ronda. Testimonial y sin más que destacar.

Seguramente lo primero que se nos caiga de las planchas de cartón sea una gran loseta-tablero muy peculiar y que sin saber de qué va el jeugo abruma con mirarla: se trata de un diagrama en el que cada jugador debe ir marcando su progreso en el suministro de materiales a los edificios durante el juego, siguiendo una pauta prefijada.

fog12

Las mencionadas planchas de cartón -seis- proporcionan esa experiencia mística que todos amamos y que viene a usar ese palabro tan antiestético que define el verbo «destroquelar». Lo pasaremos bien haciéndolo. Primero, porque es de una calidad excelente y segundo, porque a medida que vayamos haciéndolos reales, iremos conociendo un poco más el juego e iremos atando cabos de qué es cada cosa que, según parece en un primer vistazo, es muy importante para familiarizarse con el juego desde el primer instante. Entre los elementos que poner sobre la mesa están las carreteras (horrendas, por cierto), los puentos, los recursos, monedas, fichas de votación… y por supuesto, los edificios.

Muy buena calidad del troquel.
Muy buena calidad del troquel.

Estas localizaciones son la base del juego y las losetas hacen honor a ello. A diferencia del resto de cartones y del tablero son bastante detalladas y tienen algo que me parece fundamental: el color en el nombre que permite identificarlas rápidamente y ‘casarlas’ con su carta correspondiente. Obviamente la forma también ayuda pero es una ventaja inmensa poder atender al color para encontrar alguna determinada.

Edificios de prestigio con sus respectivas cartas.
Edificios de prestigio con sus respectivas cartas.

Ahora les diré una cosa: excepto por lo que poco o nada que recuerdo de un boceto del manual cuando se cerraba la campaña, hace como un año o así, no sé jugar. De ahí que el primer vistazo al manual sea de esperanza. ¿Cómo es el libreto? Pues mi primera impresión es de ligereza. De primeras me parece feo, no me llama nada la atención. Son 20 páginas de un manual que me parece un tanto arcaico pero que, sin embargo, ofrece ilustraciones y ejemplos suficientes como para aprender cómo va la cosa en este páramo que tenemos que edificar por el bien de las razas del planeta Gloomhaven.

Un vistazo al manual.
Un vistazo al manual.

La lectura es ágil y al menos está ordenado. Veremos cuando haya que buscar algo durante la partida. Ahora, que lo de entenderlo y jugarlo bien ya es otra cosa. Como impresiones preliminares tras una primera lectura, algún vídeo y cero autoridad, leyéndolo parece asequible. Es cierto que hay un punto peculiar, que es el conteo de puntos tras suministros y construcciones, que presagia un dolor cuando el tablero esté poblado.

Respecto a la variante en solitario, que es algo que me interesaba especialmente al entrar en la campaña, me ha dado una impresión extraordinaria. El fin es suministrar materiales a todos los edificios de prestigio que surjan, dejando la puntuación como un simple baremo de cómo lo hayamos hecho. Además parece bastante modulable en cuanto a su dificultad según la cara del tablero, la raza usada, el sector de inicio… buenas sensaciones que veremos si finalmente se cumplen y hacen que en esto también la espera haya merecido la pena. Por el material, al menos, sí.

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Y lo último. Volviendo a la caja. Hablamos de su portada pero quería mencionar un par de detalles. Por un lado, el interior, en el que hay una cuna de cartón que implica un cierto porcentaje de aire. Tal y como se presenta el juego no importa mucho, aunque la profusión de material casi hace obligatorio conseguir una caja clasificadora para tenerlo todo ordenado. No obstante, otro de los detalles de este Founders of Gloomhaven es la inclusión de bastantes bolsas de plástico para guardar los componentes. Ahora queda lo mejor: darles caña.

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