The Indian Detective, cutre pero entrañable

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He aquí una miniserie entretenida y que se ríe de sí misma desde la dignidad que le confiere su modestia. En apenas cuatro episodios desarrolla una trama detectivesca solvente mientras trae a colación infinidad de tópicos en torno a los escenarios en los que se desarrolla la trama: Canadá e India. La mezcla, como pueden imaginar, saca a la palestra todo lo que pueden estar pensando: desde lo guays que son los canadienses al omnipresente té indio, los olores de los suburbios de Bombay, los olores dentro de los taxis de Bombay o los olores en los mercados de Bombay, entre otros.

Si les parece interesante el experimento y sobreviven a la carátula pretendidamente cutre de The Indian Detective, se van a encontrar una tragicomedia en cuatro actos. La serie es uno de esos productos de marca blanca de Netflix que pone en pantalla una trama policial más o menos facilona pero empaquetada de tal manera que te engancha.

El héroe y su vecina-compañera-de-fatigas
El héroe y su vecina-compañera-de-fatigas

Y aquí el magnetismo lo aporta el protagonista. Se trata del agente Doug D’Mello, un indo-canadiense de segunda generación que, como pasa en muchos de estos casos, desarrolla una querencia exclusiva para su país de nacimiento pero no necesariamente por el de sus antepasados. De tal modo que su viaje a India constituye una trama paralela en sí misma: desde las reticencias y la ironía hacia lo que en realidad está en su ADN hasta el ‘no está tan mal’; habrá otras razones de peso para querer pasar allí más tiempo, pero no adelantemos acontecimientos.

El caso es que el bueno de Doug es un grandullón, bonachón y divertido que, no obstante, se presenta a la audiencia como un idiota supino a la hora de combatir el crimen. De hecho, el desencadenante de sus aventuras es una metedura de pata: recibe el soplo de un informante en el que se le avisa de que una banda de narcos pretende introducir en Canadá un camión lleno de droga. Sin embargo, al detener el vehículo halla un cargamento de bicicletas infantiles sin nada aparentemente sospechoso. Solo una extraña firma que pasa desapercibida entre la mofa a la que se ve sometido por sus compañeros.

El padre del protagonista, un auténtico personaje
El padre del protagonista, un auténtico personaje

De hecho, su decisión de intervenir y el ridículo de no encontrar nada provocan su degradación como policía y su suspensión del cuerpo durante varias semanas. Las obligadas vacaciones, no obstante, le permiten viajar a India, donde vive su padre, ya jubilado y teóricamente enfermo. Sin embargo, quien esperara a un anciano desvalido halla a otro de los roles imprescindibles del guión, como el de su mayordomo Dattu o del inspector Devo. Y es que la gran fortaleza de la serie, a nuestro juicio, es la química que surge entre todos los personajes, que bien ofrecen gags cómicos, escenas lacrimógenas o momentos de tensión.

Esto se hace más obvio aún en la relación entre Doug y su vecina. Ella es Priya Sehgal, una abogada comprometida con la defensa de los más vulnerables que, además de ser una más que competente profesional, encandila a nuestro protagonista por su inmensa belleza. Así que allá vemos a los dos tratando de desenmarañar la conexión entre un violento delincuente que domina Bombay y aquel camión de la frontera que, incluso vacío y silente, aún tendría que hablar sobre este caso.

¿Quién dijo que la policía india no tiene ganas de trabajar?
¿Quién dijo que la policía india no tiene ganas de trabajar?

El qué ocurre, cómo se conecta todo y en qué punto acaba la cosa se lo dejamos a ustedes. No pierden nada y se quedan con una sonrisa. Y si no, siempre pueden marcarse un bailecito tipo Bollywood que, por supuesto, también tendrá cabida. ¿Veremos más en el futuro?

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