
Que la agencia Magnum desembarque en Madrid ya es un hecho destacable. Felizmente, en los últimos tiempos hemos tenido cerca muestras dedicadas a algunos de sus más reputados integrantes e incluso allá por 2013 pudimos disfrutar de una exhibición conjunta en la Fundación Canal, el mismo escenario en el que ahora se abre a los ojos del mundo una muestra tan interesante como peculiar y, en cierto modo, esotérica.
Y es que esta vez el enfoque es muy diferente: veremos fotos, claro, pero las veremos en el contexto de las que se tomaron en el mismo momento, en el mismo lugar, pero que por una razón u otra cedieron espacio y protagonismo a las que conocemos. De alguna manera, Magnum. Hojas de contacto remite a la trastienda de la fotografía.

No es que el mago desvele el truco, no. Pero no por ello deja uno de sentir que en verdad le está echando el aliento en el cogote al fotoperiodista, examinando su trabajo y comparando -tal atrevimiento- su mejor imagen con toda imagen que tomó en un momento dado. Piensen, si les da por hacer fotos de lo que sea, lo que supone seleccionar a posteriori las que más merecen la pena. Bien, pues ese ejercicio es el que nos pone ante los ojos esta exposición.

La muestra es un catálogo de nombres, para empezar. Están todos, 65 firmas que ofrecen imágenes históricas e icónicas. Seguro que muchas, la mayor parte, las hemos visto a poco que hayamos tenido un mínimo interés en la actualidad. El ejercicio que nos propone la exhibición es el de ver cómo esa imagen que pasó a la historia es, sobre el papel, una más en la serie que se tomó originalmente. Puede que ni siquiera la mejor, de hecho. Cada tema, cada fotógrafo, cada estilo, es lo que acaba por decantar al fotógrafo por una u otra.
Se trata, pues, de cotillear en las escenas en bruto, reunidas en una hoja de contactos, para acercarse al trabajo del artista. Anotaciones, reencuadres o sencillamente garabatos ilegibles que perfilan el futuro de la toma; en muchos casos la diferencia entre el olvido y la inmortalidad estriba en una línea de lápiz o en una intuición. Es el contexto el que habla, en un objeto que aproxima más que nunca la fotografía al cine.
Formalmente, la hoja de contactos es un elemento poco conocido de puertas para fuera pero que en el contexto de los profesionales era una suerte de piedra Rosetta del trabajo que le permitía compartir los mismos códigos con los editores de los medios y la propia agencia. Estos mini-álbumes no eran más que una impresión en bruto y de una vez de un conjunto de negativos, cuya función era contemplar de un vistazo la película de los hechos y seleccionar de forma rápida y cómoda aquellas tomas más representativas o con mayor potencial.

La técnica, nos recuerda la historia, no había permitido esta herramienta en los primeros años del fotoperiodismo. El gran formato de los negativos impedía realizar estas composiciones. Pero a medida que se evolucionó en el material y las cámaras fueron reduciendo su tamaño se hizo posible estos recursos. De una manera somera esto explica el auge de la hoja de contactos como tarjeta de visita del profesional, útiles para los editores de las publicaciones e incluso como elemento clave en la faceta de documentación.
Hoy en día esta técnica ha perdido el sentido, hasta el punto de que los comisarios de la muestra han querido presentarla como una suerte de «epitafio» de la misma. La fotografía digital ha convertido en obsoleto el uso de las hojas de contacto en favor de los programas de catalogación y edición. En cualquier caso, el proceso de ver ante una pantalla miniaturas de las tomas para decidir los siguientes pasos sigue vigente y afecta a todos los que, con mayores o menores pretensiones, han tenido una cámara en sus manos.

Ese proceso de búsqueda, comentario y pensamiento es algo íntimo que, cuando toca a los más grandes, parece una intromisión imperdonable. Y es que leer estas hojas es como estar ante el borrador de una gran obra, con sus imperfecciones y con sus detalles aún por pulir.
«Normalmente, las imágenes más potentes sólo se hacen obvias al observar las hojas de contacto» – David Hurn (Magnum Photos)
En las salas de la Fundación Canal se exhiben 94 imágenes finales con las respectivas hojas de contacto que documentan la sesión en la que surgieron. Participan 65 fotógrafos que trabajaron para la agencia cubriendo los hechos más significativos e importantes del siglo pasado y comienzos de este: desde la Guerra Civil española, el Desembarco de Normandía, la caída de las Torres Gemelas, las revueltas de mayo del 68; o trabajos con personalidades del carisma de Dalí, Martin Luther King o The Beatles, entre muchos otros, vistos por el objetivo de Robert Capa, Cartier-Bresson, Koudelka, Inge Morath, Bruce Davidson, Werner Bischof, Erich Lessing o más reciente, a Cristina García Rodero, por citar sólo a algunos de los 65 integrantes de la muestra.
Perdonen la intromisión. Y gracias.
