Provoca un curioso efecto la película The Discovery. Por un lado, parte de una premisa muy llamativa: un médico ha encontrado pruebas irrefutables de que la muerte no es el final, de que hay un ‘más allá’, otra dimensión, otro plano. Este es ‘el descubrimiento’ en torno al cual gira el argumento, algo que conocemos desde el mismo instante en el que comienza la cinta. El hecho ha provocado una ola de suicidios inusitada porque la gente «quiere llegar» al otro lado aunque, ciertamente, el dónde ‘cae’ es algo que tampoco se aclara.
Este punto de partida es atractivo para el espectador que busque ciencia-ficción aunque es justo decir desde ya que, si se encara la película desde ese punto de vista, uno saldrá bastante decepcionado. Y no solo por lo fabulosa que se adivina la imposibilidad la existencia de pruebas de lo que hay o no tras morir, sino porque tampoco es que haya ni un retazo de explicación ‘científica’ de lo que se hace o no durante la película, algo que le aporte algo de verosimilitud. El guión en este sentido pasa muy de puntillas. Y es que la guerra de la trama es otra.
Asumamos, pues, que esa parte no existe en The Discovery. A cambio, sí que se plantean -casi de forma involuntaria, eso sí- una serie de debates éticos en torno a las posibilidades que se abren de tener ese revolucionario conocimiento. Sabiendo que hay algo detrás, ¿se entendería mejor la idea del suicidio?¿sería algo que es mejor no decirle a la gente? Son preguntas que un espectador avezado bien puede plantearse después.
Angustiado por la idea, desde luego, conocemos al protagonista de la película. Un contraste significativo hallar en ese papel a Jason Segel, con el que reímos en ‘Cómo conocí a vuestra madre‘. Allí era el más soso, bien es verdad, y aquí añade una cargante dosis de plomiza concepción de la vida. Tendrá sus motivos, no lo duden, pero su actitud es tan gris que hay momentos en los que te dan ganas de darle una colleja para que reaccione y más cuando aparece junto a personajes tan decididos como los que interpretan Rooney Mara y, sobre todo, un más que oscuro Robert Redford.
La historia que cuenta es interesante. Está bien trenzada y el final me pareció interesante, una cosa a medio camino entre ‘Abre los ojos‘ y ‘El sexto sentido‘. Pero lo dicho, esta cinta juega en una liga diferente, en la que parece que se mezclan muchas cosas, pretendiendo abarcar un poco más de lo que podría. Sale bastante bien del paso pero igual hay partes en las que se echa de menos un poco más de profundidad.
Por ejemplo, en esa granja-secta de gente con monos de colores, en el drama familiar, en el inquietante hermano, en la vida de Isla… al final el mensaje es muy superficial y casi convencional: el amor lo viene a curar y a arreglar todo, parece. Que no digo que no pero vaya, que dada la sinopsis de la trama era lógico esperar un poco más, un ‘más allá’ de lo esperado.