Downforce: más ‘down’ que ‘force’

He aquí un juego de carreras de coches que no es tal porque aquí no ganas si llegas el primero. Downforce tiene una pinta estupenda sobre la mesa. La producción es excelente. La caja es bonita, el tablero es grande, las cartas tienen calidad, los circuitos tiene un cierto nivel de detalle y los coches son realmente impresionantes. Sin embargo hay algo que, cuando echas mano a la BGG y buscas información sobre el juego, te hace sospechar: «Familia: Wolfgang Kramer Card System».

downforce03

Wolfgang Kramer es una eminencia en el diseño de juegos de mesa. Por cantidad y por calidad: BGG contabiliza sus invenciones en ¡22 páginas! de referencias, con algunos de los pelotazos más importantes de este mundo lúdico, como Príncipes de Florencia, Tikal, el omnipresente 6 Nimt! y, sobre todo y todos, El Grande.

Sin embaergo, la mecánica que vemos en Downforce, aunque sea un juego editado este mismo 2017, pertenece a ese invento, esa «familia» de juegos que comenzaron… en 1974. Fue entonces cuando Kramer inició esta serie con el que fue, según la ‘Biblia’, su primera obra editada. Se llamó Tempo y la cosa consistía en mover seis peones de colores por un circuito usando cartas capaces de influir en el movimiento de cada uno. Ganaba el que lograba más puntos apostando al que llegara primero a la meta.

Top Race, o el Downforce de 1974 | Foto: Muu Takemoto/BGG

Más de 40 años después, y tras aprovechar la mecánica en otras creaciones ya con los coches como excusa, llega este Downforce que, básicamente, vende lo mismo que entonces. Y no una variación, sino con exactamente la misma fórmula que ya se vio en tiendas en 1996: en aquel momento se llamaba Top Race, tal vez el autoplagio más exacto a la versión actual.

Como usuario creo que es una cosa buena recuperar clásicos de otro tiempo para darles una partida pero en este caso puede que se la haya ido un poco de las manos. La pregunta es si lo compramos. Y argumentos hay. Se trata de un juego diríase familiar (¿consideramos eso un eufemismo?), fácil de explicar, rápido de montar, que apenas tiene entreturnos inútiles y que posee  una notable interacción. Pero le falta un algo. Veamos.

Cartas de habilidad y de juego | Foto: Restoration Games

La partida se inicia con una apuesta en la que cada participante debe pujar por un coche determinado. Para ello usa los puntos de ese color que tenga en alguna de las cartas de su mano. Además de llevarse el piloto consigue una habilidad que le dará alguna ventaja durante la carrera. Aunque pueden jugar seis personas, llevando cada uno un coche, con menos seres humanos en torno a la mesa alguien puede llevar más de un vehículo e incluso tres, como sucedió en una de las partidas que echamos en Cuarto de Juegos.

Hecha la selección, comienza la carrera en uno de los dos circuitos que vienen en la caja. Aunque en uno de ellos reconozcamos Mónaco y sus curvas y estrechamientos, la verdad es que otro de los síntomas de juego sencillo es que los trazados son mera abstracción. La partida acaba cuando todos han hecho una vuelta al trazado. Al final ganaremos dinero por la posición en la que acaben tus coches y por las apuestas.

Mónaco | Foto: Restoration Games
Mónaco | Foto: Restoration Games

Y es que al pasar por cada una de las líneas que dividen el circuito en tres sectores, los jugadores toman un lápiz y marcan en su hoja de apuestas quién cree que va a ganar la carrera. Cuanto antes confiemos en un piloto determinado, nuestro o de los rivales, existirá una mayor incertidumbre sobre su hipotética victoria pero al mismo tiempo nos llevaremos más pasta a la butxaca si alcanza el éxito. Con lo que nos den nuestros coches en meta, lo que saquemos de las tres apuestas y restando la inversión inicial en la subasta, llegamos a nuestra puntuación final.

Los bólidos, junto a la hoja de apuestas | Foto: Raf Cordero/BGG

El movimiento es lo más divertido. Por turnos -no por posición-, cada cual juega una carta por turno que marca el número de casillas que puede mover cada coche. Hay una notable variedad en los naipes. Desde las que mueven a los seis coches a los que solo sirven para uno, o las que se pueden usar como comodín para cualquiera. El caso es que la idea es favorecer al máximo tu(s) bólido(s) o por el que hayas apostado y entorpecer, en la medida de lo posible, el futuro del resto.

Como quiera que los bloqueos en pista son generalmente insalvables y -excepto por una carta de habilidad- hay que seguir el orden de movimiento dado por la carta, la jugada perfecta es en la que tú te mueves libremente y al resto le haces perder movimiento.

downforce02

No es un juego nada complicado en ningún aspecto. En el tiempo que han empleado leyendo hasta este punto ya podrían estar jugando, lo que es una buena cualidad de este Downforce. Pero uno no deja de pensar que falta algo, que necesita alguna mecánica extra, o una versión avanzada, que justifique una presencia en mesa más o menos recurrente. En eso se nota el paso de los años: por mucho que todos los componentes sean molones se nota que hay bastante poco riesgo en el diseño.

Y eso, cuando hay juegos en el mercado similares que van como un tiro, deja este Downforce en la incómoda situación de venderse por su colorida presentación o para aquellos que necesitan poner un coche de carreras en todas y cada una de las actividades de su vida. De lo contrario, dos palabras: Camel Up, mucho mejor juego. O, aunque tenga un punto de complejidad algo mayor, Horse Fever, que con el mismo planteamiento también es extraordinariamente divertido.

Un comentario en “Downforce: más ‘down’ que ‘force’

  1. Es un rediseño de Top Race, que es un juego que en su momento ya paso sin pena ni gloria, sencillo, pero que hay mejores juegos de esas caracteristicas.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s