El puente: crímenes a dos aguas

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Bron | Broen. Danés y sueco. O viceversa. Le podemos poner nombre en varios idiomas. Excepto en inglés, ya que ‘The bridge‘ es la versión estadounidense del asunto. Usemos el español: ‘El puente‘. Nombre tal que contextualiza una de las series europeas que más han pegado últimamente. Se trata de una historia de investigaciones, policías, entuertos, psicópatas y dramas que ha atrapado a los más puristas visionarios de la pequeña pantalla y de paso a los amantes de esa literatura negra llegada desde Escandinavia en los últimos años.

Y la experiencia es agridulce. El patrón es similar en las dos temporadas que hemos visto aunque el arranque es original. Una pareja de investigadores formada por las circunstancias se ven obligados a seguir la pista a un psicópata que pone dos países patas arriba. Y decimos dos países porque la premisa de la que parte la producción es justo esa, la de un cadáver que aparece precisamente en medio de la línea fronteriza entre Dinamarca y Suecia que, como habrán adivinado, está justo en el puente de Øresund, que une ambas naciones mediante 16 km. de ‘vuelo’ sobre el mar. Pues bien, justo en ese punto arranca la carrera por atrapar a un huidizo, frío e inteligente asesino.

Pero el desarrollo de la historia es bastante convencional. Por supuesto que hay interés en sus giros inesperados, en la emoción de ciertos momentos, etc., pero nada que no se haya visto en series o películas del mismo género. Lo original, por una parte, reside en esa premisa de ver cómo se coordinan los agentes de ambos lados de la frontera. Tal situación, me temo, es para mayor disfrute de los oriundos de la zona, que a buen seguro jugarán con tópicos más locales que se nos escapan en este soleado sur de Europa. Pero casi me gustaría ver la versión norteamericana, con México y EEUU como protagonistas: el momento no puede ser más acertado. Y si no, una tercera vía: la del Canal de la Mancha con cooperación anglo-francesa. ¿Veremos una entre España y Gibraltar?

Pero ningún contraste mayor que el esperado, entre la pareja protagonista. El bonachón de Dinamarca actuando en comunión con la fría mujer sueca. Cómo evoluciona su relación y cómo evolucionan ellos mismos es, sin duda, lo mejor de la producción. Aunque el tono, especialmente en la vida de él acabará tomando un cariz próximo al drama, las actuaciones resultan más que convincentes.

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El detective Martin Rohde, interpretado por Kim Bodnia, es el ‘Sancho Panza’ de la serie. Un tipo humano, demasiado humano, que se diría. Tanto, que sin duda es el enlace entre el sofá de nuestras casas y esas historias que vemos. La química con su compañera es total, puesto que la parte sueca del dueto, Saga Noren (en realidad, Sofia Helin), es el eje en torno al cual gira la mayor parte de la gracia de ‘El puente‘.

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Saga es uno de lo personajes más peculiares que se pueden echar a la cara hoy en día en televisión. Afectada por una suerte de autismo (¿Asperger?) su robótica minuciosidad en el trabajo es sólo el reflejo de cómo es su vida: una honestidad hiriente, dificultad para empatizar y mucho más para expresar sentimientos. Y aunque al término de estas dos temporadas ya adelantamos que no existirá un cambio sustancial en su personalidad sí se han visto avances titánicos en su forma de relacionarse con los demás. Es de tal calidad la interpretación que será complicado ver a esta chica en otro papel sin pensar el cómo ha sido capaz Saga de llegar ahí.

La primera temporada me parece mejor cohesionada. Hay un hilo, un sentido. Es más limpia, más sencilla, las subtramas están mejor tiradas y el aspecto policial se sobrepone a todos los dramones personales que suceden en paralelo. En la segunda la cosa es más enrevesada y el final no me parece especialmente redondo. Por no hablar de que durante esos diez capítulos entramos en una espiral de eventos personales que, si bien explotan la vis más dramática de la pareja protagonista y su entorno, aportan poco o nada a lo que debería ser lo verdaderamente importante, que es el caso que tienen sobre la mesa.

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En lo que la serie me parece excelsa es en la parte técnica. Especialmente en la fotografía. Cada fotograma parece sacado de un álbum de fotos: los encuadres, los colores fríos (al final y al cabo estamos en Suecia y Dinamarca), los detalles… a poco que al espectador le guste este aspecto, gozará mucho con el espectáculo que se le ofrece.

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