«…tía, no te pongas en lo peor, que seguro que no tienes demencia…»
Son palabras temerosas que apelan a la fe, a la esperanza y a la amistad. Puede que a la suerte también.
Dichas en una calle del Madrid más frío y más feo, muy alejado del centro, casi fuera de los límites de la ciudad. Fuera, tal vez, de los límites de la realidad. O quizá, por mejor decir, en el mismo centro de la misma. Donde los problemas son aún más problema. Acaso dramas.
Son palabras que escuché al rozarlas con mi caminar; palabras-reclamo que quebraron mis pensamientos, que pasaban por un trabajo que motiva poco o nada y por unos compañeros que no, obviamente no son aquellos con los que compartía unas almendras a media tarde… también pensaba en el frío que me iba entrando en el cuerpo por hacerme el valiente y pensar que podría aguantar el paseo hacia el coche sin ponerme el abrigo… problemas…