Un año más, puedo decir que NO he ido a la feria internacional de juegos de mesa de Essen. Aunque me voy acercando. Si el pasado año ya se me pasó por la cabeza en cierto momento, esta vez hasta llegué a mirar billetes y sólo deseché la ocasión por una presunta coincidencia de fechas con un aniversario personal. Ahora voy un pasito más allá al estar escribiendo sobre ello, ya con los ‘feriantes’ recogiendo después de que acabara, a traición, este mismo domingo. Nótese mi enfado: fui tan torpe que erré mi calendario y la confusión del calendario me hubiera permitido viajar. Mier…
Essen es la meca, una de las grandes citas en el panorama lúdico internacional, que atrae no solo a jugones de todo el mundo sino a editoriales y creadores conocidos y no tan conocidos en busca de una ganga o de un pequeño hueco a través del cual hallar la gloria o la consolidación. Y todo, casi en directo para el que se acerque por allí. Desde luego que no es como para aburrirse. La cantidad de expositores, de lanzamientos, de partidas y de comercio abruman solo de pensarlo, que es lo que me queda, tristemente.
Lo digo con todo el enfado, la rabia y la pena del planeta: yo no estoy entre ellos. Por segundo año, al menos, sí tendré algún premio de consolación en forma de juego, cómo no, aunque me lo traigan terceros. El año pasado ya usé este mecanismo que ofrecen varias tiendas (‘Finplay‘ en mi caso) para traerme -tiro de memoria- expansiones para Revolver y Dungeon Petz. Esta temporada, la apuesta personal son tres juegos completos de los que, por supuesto, ya tengo más que empollados los manuales:

– ‘Samurai Spirit‘: es un juego de Antoine Bauzá. ¿Alguna razón más? Porque sí, quiero este juego porque es de un autor que conozco y que tan buenos ratos me ha dado con el sufrimiento de ‘Ghost Stories‘ o el reto que supone ser un pirotécnico exquisito en ‘Hanabi‘, por ejemplo. También pienso que es -o será- un muy buen cooperativo. Se viene a decir que viene a ser una revisión del ‘GS‘ más ligera que, entre las nuevas dinámicas que presenta, está el que puedan participar hasta siete jugadores. Las reglas muestran una inspiración clara en la lucha contra Wu Feng que ni siquiera el autor niega, aunque el sistema de combate y la dinámica del juego es algo diferente. Si es suficiente o no ya lo valoraremos. Por supuesto, también se puede jugar en solitario y entre sus ventajas está el de llegar en una caja más liviana, unos elementos más manejables y con similar calidad que su ‘hermano mayor’ y, muy importante, a un precio sensiblemente inferior.
– ‘Greenland‘: Una creación curiosa esta que se vende como un «juego de supervivencia para de uno a tres jugadores». Llama la atención el rango, ya que no suele ser muy habitual lo de poner límite en el trío (aunque se supone que son multitud ya 😉 ). Una lectura rápida deja entrever un popurrí de mecánicas que van desde las tiradas de dados a la negociación, muevecubos, etc. Puede engañar que venga en una caja tan mínima porque las menciones que existían antes de su lanzamiento oficial a su lanzamiento en la feria hablaban de un engranaje engrasado y con una más que notable profundidad de estrategias y de opciones (¡hasta puedes decidir casar a tus hijas, quemar brujas o cambiar de religión!). De hecho, el libreto abruma un poco sin tener delante los componentes del juego. Uno de los motivos de su adquisición es el modo solitario que, realmente, aparece implementado como una variante en el epígrafe ‘cooperativo’, jugándose siempre con las tres tribus disponibles, exactamente de la misma manera que si jugaran todos los que pueden participar.
– ‘Planes‘: sería más apropiado llamarlo ‘Aeropuertos’ porque el objetivo del juego es conseguir puntos embarcando al máximo número posible de pasajeros de tu color, por lo que los aviones en este caso son objetos pasivos con un

mínimo protagonismo. De primeras no parece muy apasionante y las reglas tampoco presagian un juego muy profundo en cuanto a estrategias se refiere. Pero entre que me gustan los aviones, el arte y el sistema de movimiento es una obra que me llamó la atención. Aunque venga a ser un juego de ‘carreras’ deja un pequeño espacio para que no todo esté en manos del azar y presenta elementos novedosos, como ese sistema de movimiento, los bloqueos, etc. De mi lista puede que sea el que se quede fuera porque las condiciones de la tienda era que se pidieran cuatro cajas como mínimo y, que sepa, solo dos personas hemos mostrado interés por él. En cualquier caso si no llega ahora es previsible que lo haga en los próximos meses.
Y sí, claro que comprar un juego sin tocarlo ni tenerlo entre manos, solo porque sea de un autor determinado, resulta un tanto arriesgado y friki pero hay otra cosa que lo explica: el concepto de ‘hype’, que en casos como este de Essen funciona a la mil maravillas. Aunque tenga que verlo, un año más, desde la distancia.
Un comentario en “Este año… ¡tampoco fui a Essen!”