‘Atrapar la vida’. ¿Qué es la fotografía, si no atrapar la vida, en cierto modo? Pocos títulos tan genéricos y, al tiempo, tan descriptivos, para la muestra que la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando ofrecerá hasta el 31 de agosto y en la que se examina la obra del fotógrafo Eugeni Forcano, Premio Nacional de Fotografía 2012. El fotógrafo como “notario de la vida”, en sus propias palabras.

Atrapar la vida en gestos, entornos, miradas y escenarios recurrentes. Sin patrón, sin rumbo, con la única brújula de su curiosidad, su sensibilidad y sus ganas. Autodidacta en cuanto a formación, Forcano quiso ser aprendiz de sí mismo para hacer su propio camino. Hoy, cinco décadas después, se puede decir que la solidez de sus pasos conformó una ruta en la que la fascinación por la dimensión humana unifica una obra que trasciende el tiempo. “La fotografía para mí ha sido un camino de emociones y sentimientos , de realidad y sueño, incluso de utopía”, reconoce.
Es este trayecto vital el que le hace centrarse en el “tema humano”, que le “fascinaba”. Estas imágenes componen el cuerpo principal de la exposición, como una manera de destacar que en esta faceta trabajó durante más tiempo y, además, es en la que parece sentirse más cómodo.

Hay 125 fotos sobre esta temática. Tomadas entre 1960 y 1974, muestran la vida de la Barcelona de la esa época de posguerra y franquismo, con sus gentes y su vida diaria en todas sus manifestaciones, desde los días de mercado hasta la concepción de lo religioso, tan presente en aquellos momentos. Y puede que haya crítica, claro, pero es tal la fuerza de las imágenes, tan frescas, que ni el paso del tiempo minimiza la sensación de espontaneidad que transmiten. Charlas, atascos, niños cantando o una mujer tendiendo la ropa… cada guiño es un motivo y cada motivo, un guiño. La vida, captada en un negativo.
El resto de la muestra –otras 25 fotos- difieren completamente de estas. Ya no solo por el uso del color sino por las técnicas y los motivos. Es el fruto de su ‘Fotografía experimental’, imágenes realizadas entre 1980 y 1995 que suponen una forma de entroncar con el simbolismo y el surrealismo y, por qué no, de abrir nuevas vías en las que la luz es la materia prima para obtener texturas y formas originales.La muestra se completa con la proyección de un documental y una selección de revistas, libros y documentación varia sobre el trabajo del fotógrafo catalán que proviene tanto de colecciones privadas como de la Biblioteca Nacional.