El austriaco Felix Baumgartner, que el pasado domingo saltó desde una cápsula ‘posada’ en la estratosfera -a 39 km. del suelo-, batió tres de los cuatro récords mundiales que se proponía: el de vuelo tripulado en un globo a más altura; salto en paracaídas desde más altura; y mayor velocidad en caída libre (1.340 km/h). Únicamente se le escapó el de caída libre más larga, que ‘perdonó’ por un supuesto fallo técnico diez segundos antes de inscribir su nombre también en esa categoría.
La hazaña se convirtió en el momento en uno de esos acontecimientos que encienden las redes sociales con todo tipo de comentarios y chascarrillos. Habrá que ver si en este ámbito el deportista se encuentra con otro hito inesperado pero lo cierto es que esta facilidad para que cada cual opine con más o menos autoridad o con más o menos gracia sobre un evento deportivo, una reunión política, un suceso o -resumiendo- sobre cualquier cosa, ofrece un material jugoso para las redacciones de los medios.
Con conocimiento de causa y teniendo en cuenta que lo normal en estos tiempos es tener un ojo en los teletipos y otro en Twitter (y/o Internet), donde la información llega mucho antes, se ha convertido en costumbre convertir en noticia las reacciones que se producen en las redes sociales sobre cualquier cosa -reitero: sobre cualquier- cosa-.
Hablo de la podredumbre del periodismo en este ámbito. Se acabó buscar la declaración de los afectados si estos no van a ofrecer morbo en forma de lágrimas, sangre o espectáculo. Se acabó salir a la calle si no hay detrás un hecho (muy) grande en el que más que dar la información, los medios crean jugarse el prestigio y actúen mirando por el rabillo del ojo al de enfrente únicamente con el objetivo de ser el primero, que no el mejor. Entretanto, me quedo en mi silla, cómoda y caliente, y busco la noticia en Twitter o Facebook o en cualquier foro. Y si necesito más información, miro en la Wikipedia. Y la doy por cierta. Y la publico. Olé, olé y olé. Esta forma de trabajar sí es una tendencia creciente.
Baumgartner es solo el último ejemplo de ‘salto’ a la noticia desde una cápsula situada entre los ‘trending topics’. Pero hoy, mañana o muy pronto, un programa de televisión, un partido de fútbol o la próxima pifia del Rey motivarán una pieza en algún periódico digital. Casi siempre, recopilando chistes. O peor: dando por ciertos sucesos que se repitan de forman recurrente sin comprobarlos (¿cuántas veces se ha ‘matado’ a alguien por un rumor en la Red?). ¿Olvidan aquello de que una mentira cien veces dicha no se convierte en algo real? Debe ser: a veces la distancia parece más extensa que la del ya histórico salto. Pero no es tal: la verdad a veces está apenas a una llamada de teléfono.

En paralelo, el mundo de las no noticias también halla un filón en Google y sus cambios de logo según la efemérides del día, en los denominados ‘Doodles‘. Quién aplauda la memorable campaña de marketing de Red Bull, que por mor de la hazaña estratosférica que ha patrocinado ha logrado presencia en todas las televisiones y portadas mundiales, debe hacer una reverencia más sumisa si cabe ante el buscador. Y es que no falla. Cada jornada en la que hay algo que recordar, encontramos un texto al respecto en algún medio. ¿Falta de recursos, de imaginación, de ganas? Demasiado fácil todo, demasiado superficial. Los medios están vendidos a lo que vende. Un círculo vicioso.
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