Un año más comimos rosquillas de las buenas. Aquí en Madrid están las listas, las tontas y las de las Ludo Ergo Sum, que van gozando de cada vez mayor solera. Circunstancialmente también echamos alguna que otra partida y vivimos un fin de semana pegados a los juegos de mesa en la décima edición de las LES.
Uno, que ya lleva más de un lustro de visitas, se pregunta con el aplomo que aportan los años, quién nos ha visto y quién nos ve ahora. De una concentración de frikis casi clandestina se ha pasado a un evento que se ha zambullido por momentos en la masificación y en la locura.
Hay buenos motivos para considerar esta una edición diferente. Por segunda temporada consecutiva las jornadas vivieron un cambio de ubicación aunque, en este caso, ya no dentro de Alcorcón sino a Madrid, concretamente al pabellón circular de Aluche. El nuevo escenario solo podía ofuscar a los adheridos a la rutina que ya habíamos adquirido en la periferia. Pero objetivamente la variación ha sido para bien; no perfecta, pero positiva.
Es un lugar más amplio, lo que ha permitido más espacio entre mesas y mayor capacidad de movimiento dentro del recinto. Y, como gran regalo para todos, con climatización. No es que este año hiciera la ola de calor que hizo más difícil las LES 2016, pero como siempre hay a quien le da por ir sin ducharse, la atmósfera fue infinitamente más respirable que antaño. Y eso ya mejora las cosas una barbaridad.
En paralelo surgen problemas nuevos. Cada año ha ido más y más gente; se han ido superando registros de visitantes y esta vez no ha sido diferente. Las cifras hablan: 3.711 asistentes!
El éxito de las Ludo Ergo Sum ha convertido esta cita anual en un eje central del calendario lúdico y eso se ha notado en las colas que se han formado en algunos momentos para casi todo. Para acceder al mercadillo por supuesto, pero lo más impactante fue aguantar las de que había para entrar. En horas punta fue mucha la gente que tuvo que soportar una espera considerable para acceder al recinto, cuyo aforo limitado se cumplió a rajatabla. Por ahí no hay ningún reproche, obviamente, las reglas son las que son; pero la derivada es que alguna situación resultó un tanto surrealista. Por ejemplo, casos de gente que salió a los baños habilitados fuera (no se podían acceder a los de dentro) pero que no podía regresar libremente. Aunque la organización le echó imaginación para hacer más llevadera la espera en el exterior, fue un verdadero problema y dejó un sabor de boca más bien amargo a muchos, a los que se le fue el día entre espera y espera.
Ya metidos en harina, dar vueltas y vueltas y jugar, que a eso vamos. En mi caso hubo un poco de todo. Un breve repaso:
De las partidas a juegos ‘consolidados’, ya con cierto recorrido comercial, triunfo absoluto como siempre de King of Tokyo. Un juego tan tontuno como divertido, en el que las tiradas de dados se convierten en una cuestión de vida o muerte. Solo conocí la derrota pero me queda el orgullo de haber rozado la gloria.
Snow Tails, salvo ilustres reseñas (por ejemplo, esta), no es un juego tan conocido. Y es una pena porque se trata de un más que interesante juego de carreras que, como primera gran característica, sitúa su campo de acción en un terreno helado por el que tenemos que guiar hasta la victoria un trineo tirado por perros. Para ello usamos una mano de cartas con números que podemos usar bien para azuzar más o menos a los canes de un lado u otro o para frenar el trineo. En la combinación de ambas cosas para reducir la velocidad o ir girando está la maestría que exige llegar al final sin estamparse con los árboles. Se me dio bastante bien.
Un juego con un oso panda siempre mejora. Y a Takenoko no le vamos a decir no a esa concesión rayana en lo sobreproducido. Además de ser uno de los juegos más vistosos colocados en mesa, esta creación de Antoine Bauza es un juego divertido, familiar y que continúa en la línea de otros exitazos suyos como Hanabi, Samurai Spirit y, entre otros, el deificado Ghost Stories. Buena noticia para los que queremos comprar Takenoko cada vez que jugamos: hay reedición casi casi inmediata.
Recién llegado a las tiendas, Sector 6 también es uno de lo que protagonizaba una puesta de largo en las LES tras su salida al mercado hace escasos días. Las sensaciones en mi caso no han sido del todo positivas, la verdad. Es cierto que jugamos una partida introductoria, con un mapa de los prefijados, lo que elimina la parte de construcción que le dé más vida tácticamente. Pero si soy sincero conmigo mismo, y aunque este tipo de juegos se me den bien – de hecho gané la partida-, reconozco que en muchos momentos me moví un poco a tontas y a locas. Me gustan los juegos que te explotan la cabeza pero a este, me dio la sensación, le faltaba algo.
En el capítulo de prototipos no pude bucear mucho esta vez. Me quedé con ganas de probar Masterplan, un juego creado por dos urbanistas de profesión que se vendía como un sistema de creación de barrios mezcla de colocación trabajadores, subastas y con un toque económico y estratégico. Me llamó especialmente la idea de plantear diferentes escenarios que cambian los objetivos. Salvando las distancias me recordó un poco al concepto de 2GM Tactics, en el que todo es guerra pero las metas de cada batalla pueden diferir tanto que en realidad son muchos juegos en uno.
Al que sí le di fue a Historias Corrientes (o Regular Show, para puristas), un juego que está a semanas de llegar a las tiendas y que, como han adivinado, se desarrolla en el particular mundo de esta sensacional serie de televisión. El juego es un cooperativo en el que el objetivo es cerrar una cierta cantidad de portales. Para ello hay que encontrar unos objetos y llevarlos a la localización donde esté situado el abismo correspondiente. Para impedirlo hay una especie de temporizador hacia la destrucción del mundo y monstruos, muchos monstruos, que tendremos que eliminar de la acción mediante un sencillo combate de dados. Como fan absoluto de Rigby (así se llama mi gato) y Mordecay, solo puedo pensar en que salga a la venta YA.
Y para acabar, un clásico, la cosecha del año mercadillo mediante:
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