Muhammad Ali inmortal

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No bien han pasado 48 horas del fallecimiento de Muhammad Ali y medios, blogs y páginas de todo tipo han glosado la vida de la que puede considerarse la figura más trascendental que ha dado el mundo del deporte a lo largo de la historia. Incluso los periódicos que por línea editorial no informan sobre boxeo han claudicado ante la potencia de un personaje cuya importancia va más allá, mucho más allá, de las 12 cuerdas, dejando algunas de las imágenes más icónicas del siglo pasado. Como en este vídeo de un comercial imposible de Adidas, hasta figuras como las de Zidane o Haile Gebrselassie van muy por detrás del boxeador.

Ateniéndose a lo puramente deportivo, su palmarés no destaca tanto. Los pesos pesados no tienen el margen de los medios para variar de categoría y buscar más éxitos en otras divisiones y, tal vez por ello, casi se antoje escaso un bagaje de tres títulos mundiales. Sin embargo, los matices empiezan a señalarle como una leyenda del boxeo. Muy al revés de sus rivales, Ali patentó un sistema casi imposible hasta la época: un estilo dinámico, ágil, bailarín, muy lejos de lo que las leyes de la física marcan para un cuerpo de 1,91m de puro músculo.

Ese estilo fue definido por él mismo como el propio de alguien «que baila como una mariposa pero pica como una abeja». Y con ello vamos más allá, al personaje. Dotado de una verborrea y una personalidad apabullante, que muchos catalogan directamente como propia de un bocazas, Alinacido Classius Clay– dejó para la posteridad un rosario de frases que estos días se han vuelto a poner, negro sobre blanco, para enmarcar su forma de ver las cosas, la realidad y la vida.

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Con un descaro impenitente, su lucha fue más allá del ring: se erigió en la voz de los desfavorecidos, de la población negra que por aquel entonces vivía (aún) más segregada, del Islam e incluso de la paz, con aquel episodio de su biografía en la que, por no «habérsele perdido nada en Vietnam» se negó a acudir a aquella guerra. Tal decisión le privó del título de campeón pero también de la libertad.

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Posiblemente, la mejor foto del deporte hecha nunca.

Sería absurdo repasar aquí la biografía de Muhammad Ali. Para ello hay artículos mucho mejores. Se nota que los textos estaban, tristemente, esperando el momento que finalmente llegó este pasado viernes 3 de junio. Les quería recomendar dos de entre la jauría de textos que se han publicado desde entonces (imposible leer todo): este de The New Yorker y los de Ángel González en El Mundo que, ya les digo, es una de las personas que he conocido que más sabe sobre  Ali y que más le ha admirado.

Contra_combate_lowOtra recomendación que les hago es un libro: El combate, del periodista Norman Mailer. Se suele decir que al boxeador o le amabas o le odiabas. No es que Mailer partiera en este segundo grupo pero a través de sus palabras asistimos a cómo el aura de Ali transforma la visión que muchos tienen de él. El reportaje narra todos los pormenores de la pelea que disputó en 1974 en Zaire contra el entonces campeón George Foreman, en lo que dio en conocerse como ‘Rumble in the Jungle‘. Allí, de hecho, nació el mítico cántico de ¡Ali bomaye!

Las páginas ofrecen un retrato íntimo del combatiente en una época que parece quedarnos muy lejana pero cuya esencia motiva buena parte del cariño, los homenajes y el recuerdo hacia el que puede ser el deportista más trascendente de la historia. Un ser inmortal que fue capaz incluso de subirse a un ring para pelear contra el mismísimo Superman. De tú a tú. De leyenda a leyenda.

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