Star Wars, la resurrección de la Fuerza

star_wars_despertar__de_la_fuerza_posterImagino que, a estas alturas, ya habréis visto al menos una vez ‘El despertar de la Fuerza‘, el episodio VII de la saga de ‘La guerra de las galaxias‘ o ‘Star Wars‘, así que podemos hablar del tema sin temor a desvelar cosas de la trama. En caso contrario, les agradezco enormemente que haya llegado hasta este punto pero, ciertamente, no les recomiendo que prosigan so pena de llevarse algún chasco en forma de descubrimiento inesperado. Yo he avisado, que luego ya sabemos lo que pasa…

Bien. Cosa número uno, la más importante: la película es muy divertida. Para manejarse el precio del cine en las cotas actuales, la cosa compensa bastante. Es entretenida de principio a fin. Es palomitera. Es épica. Eso ya es una novedad, ya que la trilogía hecha hace unos años como prólogo de la saga me parece un peñazo, especialmente los dos primeros episodios por mucho que, a mi parecer, el tercero tenga muy buenos momentos. Aunque no parece ser una opinión muy mayoritaria, me encanta en el que Darth Vader comienza a ser Darth Vader.

Este episodio VII, decía, es pura adrenalina de principio a fin sin apenas un minuto de respiro. Hay batallas para dar y tomar, persecuciones, velocidad, disparos… todo lo que se pudiera esperar. Además, ofrece guiños constantes a todos los fanáticos de la saga que, a buen seguro, le sacarán partido a un segundo -y sucesivos- visionado; y, para los neófitos, una buena cantidad de trucos que persigue nuevos parroquianos de esta religión que ancla sus raíces en las películas de hace casi cuatro décadas. Que lo consiga o no es otro tema pero sin temor a equivocarnos, esta cinta es una película de acción y aventuras más que correcta pero que, sin duda, no pasaría a la historia de no ser por el nombre que lleva.

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Lo cierto es que el tema de la nostalgia, la gestión de los elementos clásicos, ha sido una de las cosas más comentadas en esta entrega, la que marca el principio ¿del fin? A grandes rasgos, la alusión al ayer está bien traída aunque hay momentos de cierto empacho y otros directamente vergonzantes, que suelen coincidir con Han Solo y Leia compartiendo plano (¡imposible entonces no añorar sus mejores momentos!). Pero salvando este detalle resulta hasta sorprendente que, al menos Solo, tenga tanto peso en la nueva trama… hasta que se lo quitan de encima en uno de los momentos cumbre de la cinta, pensado con una grandilocuencia que persigue el impacto del «Yo soy tu padre» de ‘El Imperio Contraataca‘. Pero nada más lejos.

Relevo de la vieja guardia

En fin. Sobre los personajes. Creo que en general, bien. Se trata de una película introductoria, una suerte de enlace entre el pasado y el futuro, como si de una carrera de relevos se tratara (y en sentido literal, dado cómo acaba). Como tal, ofrece una transición dulce entre los nuevos y la vieja guardia. De hecho, me sorprendió el protagonismo de alguno de los personajes de siempre e incluso la promesa de más en futuras entregas, en la que el Luke (físicamente) cabezón, amargado, ermitaño y legañoso que se ha estado escondiendo de todo pasará al primer plano sí o sí.

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No me digan que su cabeza no es desproporcionada

Pero los nuevos prometen dar bastante juego. ¿Qué vamos a decir? Daisy Ridley, que encarna a Rey, tiene nombre de pata y eso ya le daba puntos en un blog como este. Pero es que, además, esa chica destila fuerza y misterio. ¿Quién es, de dónde sale, por qué es tan poderosa?¿Lo del ‘despertar de la fuerza’ del título va por ella? Todo lo que venga a partir de este momento será bueno aunque tras el primer asalto existe sobre ella una amenaza muy distinta a la del lado oscuro: la de lo previsible, empezando por ese final digno de película Disney en el que la chica-princesa conquista el mundo. ¡Bien por ella! Resultaría sorprendente que no fuera hija, sobrina, nieta o prima de alguien y el gran candidato es Luke Skywalker. Que esa es otra: si hasta ahora la saga ya tenía tintes de culebrón, el planteamiento de esta séptima película es escalofriante: una pareja rota que se vuelve a encontrar, un hijo que mata al padre e idolatra al abuelo, el cuñado de la pareja que es un ermitaño, la ‘niña’ que no sabe quién es y busca a su familia… todo ocurre en el espacio pero si fuera en un rancho con vides bien podría ser Falcon Crest.

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Ella. Rey, una reina.

En todo caso, decíamos, los personajes se defienden más bien que mal. Leía en un foro el otro día que, a quienes acabamos enamorados de la trilogía original todo lo actual nos podría saber a (muy) poco. Y coincido parcialmente con ello. Me parece que si el listón estaba muy alto no era tanto por lo técnico o el argumento de lo original sino por el carisma de sus personajes y, sobre todo, porque cuando vimos por primera vez ‘La guerra de las galaxias‘ lo hicimos con unos ojos de niño, creando un recuerdo inalcanzable y unas sensaciones muy difíciles de lograr así como así, no solo en las cuatro películas nuevas sino en las que están aún por venir. Con esta premisa, el episodio VII no se iba a colocar nunca a la altura de aquellas (es imposible crear un mito de la nada), pero sí suponen un buen punto de (re)partida y no creo que haya que desdeñar de principio ni la historia ni el papel de los dos personajes que se antojan principales, Rey y Kylo Ren.

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Driver, en una de las escenas en las que tiene las orejas más abiertas

Precisamente la elección de Adam Driver para interpretar a Kylo Ren también ha sido controvertida y criticada. Personalmente tengo sensaciones contrapuestas respecto al ‘nietísimo’. Porque por un lado es inquietante, sorprendente e imprevisible. ¿Malvado? Pues veremos. Sin embargo, como le sucedió al joven Anakin, se ve en un aprieto. A diferencia del Darth Vader original, que ha pasado a la historia como el malo malísimo por antonomasia sin más necesidad que la de ponerse frente a la cámara, contemplar la ‘transformación’ de su yo joven y de su nieto es un ejercicio arriesgado: los actores están obligados a cambiar radicalmente de registro, matizar más sin la máscara de por medio y dejando más expuestas las posibles costuras de sus interpretaciones. Esto fue un fiasco para el joven Anakin interpretado por Hayden Christensen pero no creo que lo haya sido tanto con Driver.

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‘To be or not to be’, versión espacial

El caso es que hay todo tipo de críticas para él: por su aspecto, su blandura, su físico, su torpeza… pero ¿qué esperábamos, realmente?¿Criticamos por criticar? Yo le voy a dar mi voto de confianza. Le quiero ver en su papel futuro aunque es cierto que la primera vez que vi la película me pareció, por sus reacciones y sus gestos, más uno de esos que acude al cine disfrazado que un malo malísimo llamado a hacer historia. Tiene momentos cuyos actos parecen responder más a una cuestión hormonal que a la frialdad que suele tener el terror, generalmente. Pero a la segunda le vi mejor y respecto a su torpeza con el sable láser (¡Finn le llega a herir!), creo que eso es más culpa del guión que suya, realmente. Veremos cómo regresa en el futuro. Yo tengo mucha fe en el chico aunque temo que su destino acabe siendo la vuelta a la Luz y, de ese modo, un retorno al eterno retorno de lo previsible y ya visto.

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Porque a nivel general el argumento es… ¿cómo decirlo? ¿Cómo ‘atacar’ una película que es muy entretenida, que está muy bien hecha, que me ha gustado y que hasta vería una tercera vez? La cosa sería decir que, de alguna manera, no tiene nada que no hayamos visto antes. Es como si a J.J. Abrahams y a George Lucas les hubieran reunido a la vez y les hubieran dicho: «Esta es la idea, este es el entorno, estos los personajes esbozados, esta es la historia. Hay una cosa que se llama Fuerza pululando. A ver qué sois capaces de hacer con esto». Y entonces se hubieran puesto manos a la obra para hacer sus propias versiones de lo mismo. Como cocinar dos platos distintos con los mismos ingredientes. O como leer un libro en dos idiomas: ambos dicen lo mismo pero cada palabra es distinta según. Así pues, con ese planteamiento era difícil errar, ciertamente: se fue a lo seguro, porque al final uno salía del cine pensando que todo lo contemplado era el mínimo que esperaba: no se echaba nada en falta y todo -o casi- resultaba reconocible. El problema para J.J. Abrahams es que su puesta en escena llega con décadas de diferencia.

Desde luego, y a la espera de que el tiempo acabe colocando las cosas en su sitio, lo que tiene esta séptima entrega desde ya, igual o mejor que las clásicas, es un androide: BB8. Esta pelota, que ‘interpreta’ el papel de R2-D2, se hace querer tanto o más que el ‘cabezudo’ de la saga primigenia. Tan expresivo o más que éste, empático, gracioso, testarudo… este personaje tan esférico y molón viene a ser un cruce entre su ‘abuelo’ y Wall-E, pero con una personalidad propia tan marcada que habrá quien le sitúe como candidato al Oscar. Desde luego, en lo que sí se ha erigido es en el gran recurso del merchandising, una máquina de dólares. [Hay ya hasta vídeos de gatos con el robot]

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BB8, lo que se dice un colega

Más allá de los principales, una de las cosas que más sorprenden es el poco uso de ciertos personajes que se han visto de manera fugaz. No solo del más que prescindible Poe Dameron (el supuesto ‘piloto estrella’ que tampoco podía faltar), sino de la enigmática Maz Kanata, el General Hux, la Capitán Phasma o Lor San Tekka, interpretado por Max von Sydow y que prácticamente es al primero que vemos en la película. Es previsible que de algunos no sepamos más nunca, pero otros sí están llamados y llamadas a tener mucho mayor protagonismo. Saber más del gran líder supremo Snoke es algo obvio pero del resto, veremos.

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Líder Supremo Snoke, el malo definitivo de la saga

La película más esperada

Por supuesto también habría que aludir a los mil y un detalles que parecen incongruentes en esta nueva historia. Algunos más obvios y otros milimétricos; casi imperdonable para algunos pese a ello. Pocas películas -tal vez ninguna- ha generado tanta expectación como esta en la historia del cine, más aún tras el relativo fiasco de los episodios I, II y III. Ahora se esperaba algo verdaderamente grande y aunque el resultado es notable, era obvio que la cinta iba a ser destripada fotograma a fotograma por los fans. Y a ese nivel, hay cosas ‘raras’, cómo no. Pero es que a semejante escala, pocas cosas pueden aguantar un escrutinio tan minucioso.

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Estética muy hitleriana en la puesta en escena de Hux y su ejército

A mi me canta un poco el uso peculiar de la Fuerza por parte de los personajes. Nos pasamos mucho tiempo viendo (y sufriendo) los entrenamientos de Luke Skywalker con Yoda -e incluso de Anakin en las pelis nuevas- para dominarla. Y en ‘El despertar de la Fuerza‘ tal habilidad parece al alcance de la mano de casi cualquiera. Lo de Finn (personaje metido con el calzador de las cuotas) resulta incomprensible: un soldado de medio pelo que se dedica al mantenimiento de la base imperial defendiéndose aceptablemente contra el villano de la nueva peli; puede que éste se sienta superior e incluso juegue con su exsoldado pero lo cierto es que acaba herido. De Rey nos lo esperamos más pero, de la misma manera, es de superdotada que domine sus poderes con tanta velocidad y derrote a Kylo Ren, a quien por mucho que haya que seguir enseñando tenía mucha más experiencia que la chica. El título de la película creo que explica precisamente ese momento de duelo entre los dos.

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En cuanto a los escenarios, poco que decir. En ese aspecto tampoco se ha apostado demasiado por la innovación. Se pisan planetas nuevos pero los elementos son similares a los de antaño: desierto, bosque o nieve. ¡Una oportunidad perdida! En los tres primeros episodios se innovó mucho más en este aspecto. Esto, no obstante, tiene una pequeña trampa. Porque, en contra de lo que se podía esperar, este capítulo VII no tiene la profusión de efectos digitales que jalonaron sus predecesoras o que tocó techo en otras cintas como ‘Avatar’. Por supuesto que lo visto se aleja muy mucho del concepto de la modestia pero desde la producción se hizo hincapié en usar recursos más ‘artesanales’ (con triples comillas) para no acabar ofreciendo algo que pudiera pasar por dibujos animados. Eso explica los escenarios tan ‘realistas’, sin ir más lejos. Pero aún así, la geografía sí es mejorable en cuanto a su variedad.

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Si la Estrella de la Muerte era el arma definitiva pues esta, más

Y respecto a la ‘Estrella de la Muerte‘ pues un poco de lo mismo, pero más grande. «¿Y qué?», se preguntaba Solo durante la planificación del ataque, anticipando un final similar al de la primera base imperial. No, definitivamente no hubo mucha imaginación a la hora de pensar las postales. Solo detallines se salen de la norma, como la pelea nocturna sobre la nieve, que sí me gustó, y el enigmático planeta en el que esperaba Luke Skywalker, muy similar al Namek de Bola de Dragón pero que, más allá de lo visual, no augura mucho protagonismo futuro. Eso sí, la fotografía y los paisajes son de esos que te hacen querer viajar a aquellos parajes. Hasta el próximo episodio, en 2017, tiempo tendremos.

Y el bonus.No he leído nada por ahí pero cuando, en cierto momento, se habla de esos monstruos que se comen a la gente y que habitan una nave, mi mente se fue inmediatamente a los ‘reavers‘ de Firefly, otra categoría de ‘innombrables’ espaciales.

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