Volvieron la maruja, la loca, la madre coraje, la friki… volvieron ellas hace tiempo, a decir verdad, aunque el reencuentro con las incontables Sarah Mannings de este mundo televisivo repleto de clones, intrigas y conspiraciones ha sido para estos patos muy recientemente. De hecho, venía yo a hablar de la segunda temporada y, miren por dónde, uno descubre que apenas unos días atrás se cerró la tercera. ¿Qué les puedo decir? Que para un adicto a las series de TV no puede haber una mejor noticia que una nueva tanda de capítulos que no sabía ni que existieran, frescos para uso y disfrute inmediato.
Ciudado: SPOILERS como camiones
Y lo que iba a decir sobre Orphan Black es que la segunda temporada mejoraba incluso a una muy buena primera campaña. Me ha parecido más interesante y con mayores dosis de acción. Aunque el argumento se retuerce hasta límites insospechados en bastantes momentos al cierre quedaron abiertas varias líneas que prometían mucho para episodios futuros. Los últimos capítulos presentan situaciones desesperadas para la protagonista que mueven toda la acción. En general, a decir verdad, el personaje principal me ha parecido más sólido que en la primera temporada, en la que su papel me pareció, en muchas ocasiones, eclipsado por los momentos de sus hermanas.
Y no es que el resto hayan bajado el nivel, muy al revés. Todas crecen, todas redundan en una personalidad arrolladora que deja momentos muy sonados para casi todas ellas. Si de la primera temporada veníamos a resaltar que la serie parecía una mezcla de ‘Prison Break‘ y ‘Lost‘, esta vez por todas las vertientes del asunto se pueden adivinar momentos de ‘Weeds‘ o hasta de ‘Fargo‘ porque, madre mía, esa Helena con qué soltura hace sangrar a la gente… les caerá bien, ya les digo.
La acción gira en torno a un peculiar rancho en el que, bajo la apariencia religiosa, un antiguo investigador del proyecto que dio origen a todo el fenómeno clon ha iniciado por su cuenta y riesgo la tarea de erigirse en dios. Cuenta con un potente aliado que hará su trabajo sucio aunque como en toda la serie, nada será lo que parece. Además, no cuenta con que tener a Helena apresada no es la mejor idea. El desenlace de la trama es… bueno, mejor hay que verlo.
La tercera temporada, que se inicia con Sarah en plan rata de laboratorio, mantiene el tono conspiranoico que a veces tanto despista al espectador . En ocasiones demasiado… aunque eso parece ya la marca de la casa. Es verdad que también ofrece aún más emoción, con la aparición de una nueva rama de clones con muchas sorpresas en sus genes. Al igual que con las hermanas, ‘ellos’ también juegan con la ambigüedad como arma para dirigir sus acciones y, cuando se cierra el puzle final que anticipa la cuarta temporada, solo entonces, podremos respirar. El ritmo de la serie es tal que te atrapa, siempre hay una vuelta de tuerca más a la vuelta de la esquina. Eso sí, después de que todas las líneas confluyan en una sola organización, después de haber conocido al ‘clon 0’, parece -o debiera ser así- que la próxima temporada ya debe ser la de la lucha final, mal que nos pese.
De las pildoritas. Aunque Sarah crece mucho como protagonista y Helena se consolida como el clon más carismático, Alison -la maruja- merece una mención aparte. Ella protagoniza esa parte ‘Weeds‘ que tiene la historia y más cuando pretende ponerse a vender droga para sufragar sus gastos. El baile con el que se inicia el capítulo 3×05 es muy divertido. Y, por supuesto, loas a Rachel, el clon malvado. De mala malísima a colaboradora necesaria…y hermana. Apasionante.
Y por cierto: el personaje de Scott, un ayudante en el laboratorio de Cosima, es un gran descubrimiento. Un secundario necesario friki y que le da como nadie a los juegos de mesa. De hecho, en los últimos capítulos el Agrícola viene a ser como un hilo conductor de una de las tramas aunque son varios los momentos en los que se lleva a sus amigos para echar unas partiditas. ¡Bravo!
Un comentario en “Orphan Black: más y más clones”