El motivo de abrir la ventana hoy en Cesta de Patos es un libro: ‘El maestro de go‘, de Yasunari Kawabata. Se trata de la crónica del enfrentamiento entre Shusai Honnimbo, considerado Gran Maestro de este juego en la década de los años 20 y 30 del siglo pasado, y el joven y pujante Kitani Minoru, mencionado en la novela como Otake. Revistió una trascendencia extraordinaria no solo por la importancia en Japón de este juego sino porque el duelo suponía la última aparición de Honnimbo en un gran evento, dos años después de su retirada oficial y cuando su salud comenzaba a declinar.

Kawabata narra de forma novelada en ‘El maestro de go‘ aquella memorable partida que tuvo que contar día a día, durante seis meses, para el periódico en el que trabajaba. El ejercicio de minuciosidad resulta admirable y sorprendente si pesa en nuestra consciencia el ruido que hoy en día rodea en Occidente a cualquier evento de magnitudes similares. Nos cuesta hacernos una idea de lo que realmente supuso aquello, ciertamente. Se me ocurre que pudiera asemejarse con los duelos Fischer-Spassky de ajedrez que, aunque tampoco los haya vivido directamente, el paso del tiempo han cubierto de un aura mística en el que el ‘simple’ reto entre dos personas se entendía como una guerra (casi literal) entre dos formas antagónicas de entender el mundo. En el caso de Honnimbo y Minoru, la divergencia es puramente generacional y aunque su encuentro no atrajo tantas miradas ni entonces ni ahora, la emotividad y la pasión dispuesta sobre el tablero no le va a la zaga.
Y es que el libro no habla tanto del juego y el desarrollo de la partida en sí -que también, incluso con diagramas de los movimientos- como de un aquí y ahora en el que parece decidirse casi de espaldas al resto del mundo la pugna entre la tradición encarnada por el viejo maestro y la modernidad que traía el aspirante. Uno lee sus páginas y tiene que quitarse todo tipo de prisa para abandonarse a su ritmo lento y pausado y disfrutar como testigo privilegiado de las escenas, cargadas con un aire de trascendencia con el que el autor cuenta más acerca del Japón tradicional que el más concienzudo de los libros de historia.
El evento, no les descubrimos nada que no puedan leer en wikipedia, sin ir más lejos, acabó con la victoria de Otake por cinco puntos, que los entendidos consideran una diferencia relativamente amplia a este nivel. Fue una partida larga, con multitud de divergencias previas en la manera de abrir el juego, de acabar las sesiones, de medir el tiempo de cada turno. Además, contó con una interrupción de tres meses por el delicado estado de salud del maestro. Su lucha, no obstante, estaba abocada al fracaso y la relativa condescendencia hacia su persona que se trasluce en el relato anticipaba ya la doble derrota: una, la que se produce sobre el tablero; la otra, la de la vida, que para Honnibo acabó un año después de este certamen, por mucho que en ambas la resistencia fuera feroz. Quien sabe si al colocar sus últimas piedras sobre la encrucijada pesaba ya lo premonitorio de su débil cuerpo, entregado tras la derrota a la resignación paciente ante el avance inexorable del tiempo. El progreso, que le llaman, alcanzando sin remedio reductos ignotos e imponiendo la fuerza de la realidad.