Hace tanto tiempo que hasta a mi me cuesta recordar desde cuándo empezó la cuenta atrás. La memoria juega de una manera caprichosa y en este momento recuerdo a Fer, amigo y madridista con el que en aquellos tiempos de instituto compartía mi devoción por otro Fernando, de apellido Redondo, que hizo en Dortmund el partido de nuestras vidas. Creo que a él fue al primero a quien, al día siguiente de sabernos en la primera final de Copa de Europa de nuestras vidas -con uso de razón, que la del Liverpool en el 81 nos pilló con meses de vida-, le mostré toda una retahíla de números y cálculos que arrojaban una cifra continuamente menguante: la del número de horas que quedaban hasta las 20:45 del día 20 de mayo de 1998. La noche de la locura.

Hoy, tres Champions y un Mundial después en mi -nuestro- palmarés, la cuenta atrás es más discreta, por mucho que los patos hayan insistido en darla a conocer mediante el blog al resto del planeta. Como es su primera final, comprendo sus nervios, la tensión de las horas previas y las ganas de que la pelota empiece a rodar y, más aún, de que se meta pronto en la portería rival… y repita varias veces, para que no haya dudas.

A pocas horas estas palabras también se quedarán en una Red, aunque en este caso sea la que nos conecta con millones de personas que viven esta nueva ilusión. Comprendo a mis amigos atléticos por eso de verse en una final así pero la Liga de Campeones son palabras mayores y esto es territorio del Real Madrid, rey de reyes.

Como en otras vísperas, aquí también hay un pálpito que sabe a triunfo, emoción y gloria.

Es la noche previa a ganar la Décima. Hoy. Hala Madrid.