«Cae el mayor alijo de coca enviado en avión». El titular, sobre un texto a cuatro cinco columnas, habla de la jerarquía de la noticia en el planillo del periódico. Sin embargo alguien no hizo bien su trabajo ese día: un enorme robapáginas muestra un gran anuncio de Iberia en el que se ve a una niña ofreciendo al lector un árbol de navidad hecha de polvo blanco… ¡nieve! ¿o… qué pensaban?
La imagen, un clásico de la publicidad poco afortunada, circula por la Red desde hace años como un chascarrillo pero desde luego no es la única en este campo. Ofertas de vuelos en páginas de catástrofes aéreas, menús de lujo al hablar de anorexia, el «coche del año» al lado de las estadísticas de muertos de la DGT. Obviamente no todas son tan trágicas pero lo cierto es que la tendencia, por irónica y repetida, da que pensar. ¿Hola, hay alguien ahí pensando?

Este texto no es más que un apunte al hilo de este último accidente de tren que ha provocado decenas de muertos en Santiago de Compostela. Durante la mañana posterior al suceso, en plena faena laboral, visitando medios aquí y allá, pude ver cómo, por ejemplo, en la Cadena Ser anunciaban un «primer vídeo» del desastre, grabado por un señor que llegaba a la zona del suceso. Pincho y lo primero que sale es una publicidad de Loterías y Apuestas del Estado cuyos primeros segundos son… un viaje en tren que muestran una vía con una cámara subjetiva. Elmundo.es no llega a tanto. En su publicidad previa, ‘vende’ las maletas de un fabricante conocido por hacerlas con notable esmero y casi casi indestructibles.
Ambos medios, hay que decir, reaccionaron y retiraron ambas campañas en buena parte por la presión de las redes sociales, que obviamente señalaron la falta de sensibilidad en ambos casos y la poca inteligencia a la hora de colocarlas. Entiendo que esto viene a ser un proceso casi automático en según qué medios pero, aún así, no estaría de más que no todo quedara a la improvisación. De hecho, al día siguiente de ver esto, era Europa Press la que cometía el mismo fallo. A veces la inercia, ya lo vemos, no acaba salvándole el trasero a alguien. Veremos qué es lo siguiente cuando la publicidad inteligente se vuelve más bien tonta.

Y luego, otra cuestión no tan relacionada con esto. Un señor manda un vídeo a un medio y este medio lo cuelga, vale. Pero, ¿en qué medida debe meterle ese periódico/radio/web publicidad si es una aportación desinteresada -se supone- de un anónimo? No sé. Ahí lo dejo.
Pero por favor, piensen.
Y por cierto. Tampoco pierdan de vista el tema de los juicios paralelos en este caso. El maquinista, en el centro de la diana.
Un comentario en “Descarrilamiento de la publicidad inteligente”