Los zombies no son la manera más usual de atraer niños a las salas de cine. Pero es cierto que entre los méritos de este pequeño Norman está el de dulcificar el mundo de los muertos vivientes, aunque estos mantengan intactas las ganas de comer cerebros.La película presenta varias novedades y una es justamente esa: utilizar el el terror, lo sobrenatural y el miedo como premisa e hilo conductor de la fábula, que eso es al final.
Se trata de una película que plasma un cuento para niños, de esos que ensalzan el compañerismo y la belleza interior que anida en cada persona por muy rara que ésta le pueda parecer al resto. En este sentido no difiere mucho de la legión de cintas de animación que se estrenan a lo largo del año y que acaban relegadas a un olvido más o menos rápido. Puede que ese sea el destino de ‘El asombroso mundo de Norman’, por mucho que de partida sea más original que el resto.
Para niños, sí, pero con una narración más pensada para el público adulto. Uno -mayor (mucho) de 18- puede acompañar a sus sobrinos al cine pensando que verá una película de dibujos más. El pequeño en cuestión saldrá encantado con lo que ha visto pero, a mi juicio, difícilmente sabrá o podrá apreciar el inmenso trabajo que trasluce en cada fotograma. Ese ‘medio camino’ entre un guión más clásico y una forma de plasmarlo tan bella no le viene bien al conjunto y a su posible futuro. Incluso en la propia cinta parece haber una fractura que señala esto, en ese momento en el que la acción comienza a acelerarse, coincidiendo con el ensombrecimiento de la narración. O lo que es lo mismo: la parte más ‘adulta’ de la misma. Si recuerdan ‘Pesadilla antes de Navidad’ de Tim Burton, que utiliza la misma técnica, seguro que comprenderán lo que digo: aquello estaba dirigido a adultos y por ello estaba más definida. A eso me refiero con lo de ‘medio camino’.

Son las paradojas del ‘stop-motion’. Es una técnica que pone en pantalla una estética preciosa, artesanal, mágica, como si una maqueta cobrara vida. No hay trucos. No hay efectos digitales en los que se base la cinta y aunque en la comparación con casi cualquier estreno de animación de la actualidad salga perdiendo, posee un innegable aura de calidez. Pero claro, ese aspecto ‘cutre’, cuando en la cartelera hay carismáticas sagas o ultratecnológicos reclamos, acaba por decantar la balanza: un niño suele mirar a la luz más brillante. Y el mundo de Norman, precisamente, es oscuro, en sentido figurado y literal.
La historia gira en torno al 300 aniversario del juicio y posterior ejecución de una bruja en una localidad de Massachussets. Con motivo de la fecha, su maldición se activa y los muertos salen de sus tumbas para sembrar el caos y el terror. El único que podrá salvar al mundo es Norman, un niño tachado de extraño y, como tal, marginado por compañeros e incluso familiares, que tiene el poder de ver y hablar con los espíritus. Este don permitirá hacer frente al apocalíptico problema, lo que de paso permitirá que esa comunidad que le señala por su rareza pase a valorarle por lo que de verdad es.
Moralejas, como en toda historia dedicada para niños, con una puesta en escena maravillosa. Si merece la pena ir al cine, verla o no en 3D, esperar a que salga en DVD… usted decide. Solo necesita ganas de sorprenderse mientras los niños que tenga al lado se lo pasarán de miedo… con miedo.