Es un hecho, salvo sorpresa mayúscula de ultimísima hora, que Tadej Pogacar no va a correr la Vuelta a España 2024, cuyo comienzo es inminente al momento de publicar estas líneas, con lo que la gesta histórica e inédita de que alguien gane las tres grandes el mismo año seguirá siendo un reto ¿inalcanzable? En lo que a mi respecta, triste seguidor de sofá y cuneta, que el esloveno no haya ganado aquí -o corrido este año, al menos- me da un relativo alivio porque, si bien la literatura ciclista es extensa, no tengo yo muy claro qué podríamos encontrar sobre nuestras carreteras en favor de lo que se ha escrito acerca del Giro o del Tour.
Acepto con gusto sugerencias y recomendaciones de ese tipo.
Pero hoy hemos venido a hablar del Giro y del Tour.
Porque mi botín en la última Feria del Libro fueron precisamente dos libros dedicados a ambas competiciones escritas por periodistas que vivieron de primera mano las ediciones de las que narran sus hazañas. Son, por orden cronológico: ‘Giro de Italia’, de Dino Buzzati, que describe la prueba de 1949; y ‘Tour de Francia’, de Mario Fossati, ambientado en la Grand Boucle de 1952. Ambos libros son de la editorial Gallo Nero; ambos, más que recomendables.

Y ambos, por citar otra de sus características, comparten -entre otras- estrella protagonista: Fausto Coppi. Un vistazo a la biografía del Campionissimo ya nos supone el primer spoiler: pentacampeón del Giro y doble vencedor del Tour, el italiano se llevó también las dos carreras que protagonizan estos libros.
Empecemos por la del Giro. Reconozco que esta obra me gustó bastante más que la otra. Responde tal vez más a lo que esperaba de libros de un corte como este: un compendio de las crónicas del día, de las historias que iban surgiendo y de la magia que solo estos colosos podían aportarle al lento discurrir de kilómetros y páginas. Es el ciclismo un deporte abonado a las buenas historias, no siempre asociadas a la gloria, que también, sino a ese ecosistema de circo ambulante que lleva a cuestas camaradería, tensiones y envidias más o menos indisimuladas o intereses de todo tipo. Historias que, en definitiva, forjan la épica que ha forjado las leyendas de las grandes figuras, las etapas míticas o los puertos más significados.

Todo esto lo capta Buzzati de una manera delicada y con unos ojos que para el lector ocasional deberían conformar una lectura casi obligada por la concisión de lo que narra, por el lenguaje y la expresión tan cuidadas y sobre todo por el ojo clínico con el que disecciona cada una de las percepciones a las que le conduce su instinto. Su manera de ubicar o de dar contexto a la historia del día. Así, el desarrollo de la carrera, la trascendencia del evento, adquiere cotas magnánimas desde antes incluso de la primera etapa.
Aún hoy en Italia o Francia se echan a la calle con sus carreras, convertidas más que en una competición deportiva per se, en un auténtico fenómeno social, un símbolo. Pues consideremos, con aún mayor énfasis, que durante el tiempo en el que se ubican estos libros el mito ya estaba incluso conformado. El Giro, en este caso, puede no elevarse a la importancia planetaria del Tour pero para un italiano es una cosa seria. Por eso la competitividad es un aspecto que marcará el devenir de las páginas y de las etapas en busca de la ansiada maglia rosa. (¿Hay algún jersey de líder más molón?).
Y pongamos que lo que se eleva por encima del resto es el gran duelo entre los dos grandes ciclistas del momento, Fausto Copi y Gino Bartali. Este último, ídolo en camino de bajada tras una excelsa carrera (dos Tours y tres Giros sobre la mesa); el otro, joven talento que aún debería sumar muchos títulos en lo venidero pero que en ese momento ya miraba de tú a tú a cualquiera. Al margen de las crónicas de colorín, de historias de ciclistas anónimos o no tanto, de resultados deportivos objetivos y pulcros, el talento de Buzzati convierte el duelo entre los dos grandes en una suerte de enfrentamiento místico cuyos asaltos se dirimen en las etapas más duras con los puertos más emblemáticos. La montaña no engaña, se dice.

El libro del Tour difiere un poco en su estilo. Obviamente que se atiende a lo que sucede día a día. No obstante, en aquellos años -y durante mucho tiempo después, hasta comienzos de los años 60-, en esta carrera no se presentaban equipos comerciales sino por selecciones. Y buena parte de las páginas del libro de Fossati se convierten en actas notariales de la trastienda y los aspectos más ‘políticos’, si se quiere, del combinado italiano. Porque conformar un equipo en el que coincidían los tres grandes del momento -Coppi, Bartali y Fiorenzo Magni– generaba un problema casi irresoluble: ¿Quién llevaría ahí los galones?¿Quién haría valer su poder para acompañarse con sus gregarios de confianza?¿Por quién apostaría el director de equipo llegado el caso?
Pues todo ello nos dibuja un cuadro de tensión en el equipo que a punto estuvo de dinamitar la presencia de todos ellos hasta poco antes de que se diera la salida a la carrera. Amenazas, enfados, celos, faroles y dimes y diretes previos, piques y todo tipo de triquiñuelas ya en el desarrollo que uno se imagina, en este caso, con todo el dramatismo y la gravedad que le confiere la teatralidad italiana. Pero la carretera manda y ahí Coppi volvió a sobresalir para despejar las dudas pero hasta ese momento uno asiste a la lectura con el corazón en un puño pensando hasta qué punto se estaban dando el tiro en el pie. Más aún cuando el resto de naciones sí jugó como equipo para (intentar) desbancar a los grandes favoritos.

En este punto no estaría mal hablar un poco de los autores. Mientras Dino Buzzati es un escritor reconocido que circunstancialmente -él mismo lo cuenta- se cuela entre los más veteranos periodistas para narrar la carrera -también cuenta que le trataban como un pardillo por eso-. Fossati sí que fue un periodista deportivo plenamente especializado en ciclismo, deporte sobre el que escribiría hasta su fallecimiento en periódicos de la magnitud de la Gazzetta dello Sport o La Repubblica.
Quería hacer esa breve distinción porque ya que decía que el libro del Giro me gustó más por su estilo y por la calidad de su escritura, el del Tour me parece escrito bastante peor; decepcionante, de hecho. Esto, dicho un día cualquiera del verano de 2024, no quiero que parezca algo negativo porque aún cediendo en la batalla de la calidad literarita, para un periodista no deja de representar un ejercicio admirable de lo que era la vieja escuela, la del periodista que vive, convive y se empapa de sus fuentes y casi es partícipe de todo lo que se cuece, para informar puntualmente a su público.

Así, a las narraciones épicas y preciosistas de Buzzati, convertidas casi en pequeños cuadros costumbristas de la Italia del momento, Fossati contrapone su accesibilidad infinita para ser nuestros ojos y nuestros oídos allí donde la gente mortal no puede acceder: al corazón de la noticia en pleno Tour de Francia del 52, en otra de las mayores gestas de Fausto Coppi cuando, como decíamos, el éxito se le puso muy cuesta arriba tanto antes como durante la carrera, con continuos problemas y caídas. Es tan mágico asomarse al balcón que ofrece el periodista que todo alrededor parece como de película: quién sino el fisioterapeuta de cabecera del gran campeón -ciego, para más señas- sea uno de sus principales confidentes.
Este éxito de sus instintos le elevó al olimpo del periodismo deportivo trasalpino, ya decimos. Buzzati, por su parte, vivió con aquel Giro un paréntesis en su excelente bibliografía que tuvo en la novela El desierto de los tártaros el máximo exponente de su obra. ¿Se habrá quedado Pogacar en casa leyendo estos libros, tal vez?
