Rayo Majadahonda: sin techo en la grada y sin Primera RFEF

Se acabó el suplicio. Acabó con derrota en Tarragona frente al Nástic, precisamente en aquel campo catalán en el que, si hacemos memoria, encontramos una curiosidad casi cruel a estas alturas: allí ocurrió la primera victoria majariega en la Segunda División. Pero efemérides al margen, perder en aquel escenario no deja de ser sino un epílogo lógico a un curso atroz cuyo resumen en datos objetivos es el siguiente: cinco partidos ganados en todo el curso, 30 puntos sobre el campo -27 en la tabla por la sanción de Sestao- y, lo que importa: descenso a falta de varias jornadas y con la vergüenza añadida de ser el último de la fila. Es lo que hubo.

Esta temporada realmente no he podido acudir mucho al campo, pero quede para la posteridad que al menos sí le vi ganar algún partido. Y diré que, pese a mis ausencias, tras el partido contra el Arenteiro (2-0), allá por diciembre, salí relativamente preocupado, casi más que una derrota previa a la que asistí: para lo avanzado de curso, el equipo no solo no parecía jugar a nada sino que me transmitió una sensación de falta de calidad bastante notoria. No quiero hacer sangre tampoco; insisto, he ido lo suficientemente poco como para no poder hacer una análisis pero estas cosas, estas sensaciones, se ven a la legua y por lo que lees en las crónicas y en el resto de los aficionados es un sentimiento generalizado que se va confirmando semana a semana.

No obstante, la matemática no engaña: la temporada pasada, sin ir más lejos, percibí pronto algo similar y el cambio de entrenador a Alfredo Santaelena le dio un giro providencial a la cosa. Este curso ni cuatro entrenadores han sido capaces de revertir una dinámica en la que los rigores de la clasificación han eclipsado cualquier brote verde individual, como ha sucedido en el tiempo.

Podríamos discutir al respecto, ya que estamos, si Carlos Cura, Jon Erice, Armando de la Morena o Jesús Arribas (que cierra la temporada y parece que seguirá), tienen o tenían una experiencia suficiente para una categoría así, tan exigente. Que igual yo me equivoco y veo al Rayo como un Milan huérfano sin su Sacchi o un Madrid sin Ancelotti pero qué se yo, es que desde Iriondo o Calero (que salió por la puerta de atrás, pese a todo) el banquillo del Cerro parece un campo de pruebas para gente sin mucho currículo. Veremos si en Segunda RFEF esto se nota menos. Nos han comido la tostada del optimismo.

Porque en realidad todo esto es, como se dice, la crónica de una muerte anunciada. El Rayo cierra ahora una década en Segunda B/Primera RFEF, con la no tan anecdótica (y gloriosa) presencia en Segunda. Y digo no tan anecdótica porque si bien ese era un destino soñado pero un tanto ajeno para lo que representa el Rayo Majadahonda, al menos concedía la oportunidad de crecer a partir de entonces, incluso de un descenso tan poco sorprendente.

¿Qué ha pasado desde entonces? Obviamente, de puertas para dentro ni idea, mucho menos sobre el qué hay en la cabeza de quienes configuran el equipo. Pero sin pretender por ello ser ventajista, el continuo cambio de cromos año a año, cada vez con una apariencia de calidad menor, no creo que tuviera un final en el horizonte muy diferente al que hemos vivido este año. Cuestión de tiempo que estos vaivenes que un curso te dejan cuarto y al otro a dos puntos del hoyo, sin poder retener ni fortalecer un bloque, concluyen en este viaje al descenso de este verano.

E incluso, no lo dejemos nunca caer en el olvido: en esta década ‘prodigiosa’ también nos hemos dejado el techado de la grada por el camino. Y ya que hablamos de la grada, perdónenme que recurra a lo de siempre: qué feo queda jugar de visitante en tu propio estadio, desplazado de tu zona habitual cada vez que viene cualquier equipo con más afición que el Rayo. Que lo entiendo, ¿eh?, que los ojos en la parte noble se pondrán como los del tío Gilito con la pupila en forma de dólar ante este ingreso sobrevenido, pero igual se puede contribuir de alguna manera a que precisamente esos días también haya ruido local, qué se yo, para eso se supone que hay gente de marketing, que hay cantera. Un poco de sangre, por favor, imaginación, que se note de alguna manera que esos chicos que salen a jugar no están dejados de la mano de dios.

Para colmo, este año además el equipo ha tenido que hacer frente a una sanción de tres puntos en la clasificación por el incidente racista que sufrió en Sestao el portero senegalés Cheikh Sarr. Un episodio que pese a toda la publicidad que recibió acabó cerrándose en falso y con la peor parte precisamente para la(s) víctima(s) del lance. Que el equipo decidiera salir del campo para apoyar a su compañero aquel día fue un gesto valiente (aún entonces la salvación no era imposible) y que dignifica al club.

En pocos días supongo que comenzarán a darse noticias de los pespuntes de la plantilla para el próximo año. Según Transfermarkt, más de 20 jugadores cumplirían contrato este 30 de junio, por lo que todo indica que el reseteo habitual no fallará este verano.

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