Afal, la fotografía como espacio de libertades

Una imagen que delate alguna disrupción en la cotidianidad, un pezón, una ironía indisimulada o una bienintencionada alusión a la crítica fueron motivos para que se activara la guillotina de la censura sobre toda publicación, trabajo artístico o montaje audiovisual durante la posguerra y el Franquismo. Cómo no, la fotografía también sufrió este funesto gusto por cercenar imaginación y libre expresión, algo que desembocó si no en un absoluto silencio -al menos no para iniciados-, sí en maneras de regatear a las autoridades de alguna forma inesperada.

Afal pretendió ser un verso libre en aquel contexto y, pese a su exigua vida, supo hacerse oír y, sobre todo, visibilizarse en unas épocas y una disciplina, la fotografía, sobrecogidas por la oscuridad. Afal fue una pequeña revista, un escaparate para los grandes fotógrafos españoles -que los teníamos, claro- de cara al interior y al exterior y, como fondo de todo, en un grito desesperado que ofreció literalmente una imagen diferente de cara al exterior. A buen entendedor…

El espacio cultural Serrería Belga, en Madrid, mantiene hasta finales de mes una exhibición que, con el título ‘Revista AFAL, pequeña y libre levanta acta retrospectiva de esta publicación trascendental en la consideración de los fotógrafos españoles de posguerra y de la renovación del género, más anquilosado estilísticamente que sus coetáneos del exterior por causas que todos conocemos.

La exposición pone en valor este canto pretendidamente libre como nota discordante -hasta donde se podía-, pero también como altavoz de los nuevos talentos que vieron publicadas en sus páginas algunas de sus primeras imágenes: Carlos Pérez Siquier, Francisco Gómez, Jesús Aguirre, Joan Colom, Gabriel Cualladó, Ramón Masats, Xavier Miserachs, Oriol Maspons, Nicolás Muller, Francisco Ontañón, Leopoldo Pomés, Alberto Schommer, Ricard Terré y Julio Ubiña es la alineación que recoge la muestra.

No obstante, y aunque la calidad de las tomas es generalmente sublime, la muestra quiere ir más allá de la mera exhibición pictórica para dar protagonismo al texto. Un texto necesario, obviamente, para dar contexto de la época y dar, por supuesto, alguna nota biográfica de los fotógrafos presentes. Sin embargo, creo que la lectura abruma un poco y desequilibra un poco el recorrido.

Es interesante, divulgativo, el montaje está muy bien hecho y se nota la minuciosidad con la que está comisariada. Ya que se habla de la revista, por supuesto también es posible contemplar toda la colección y diversos objetos representativos, así como referencias a algunos de los temas más recurrentes que se trataron, dentro de la obvia heterogeneidad de perfiles: el cine, por ejemplo; el humor, las escenas costumbristas, etc. Elementos, todos ellos, que delatan el momento y que, pese a la fugacidad de la revista, dejaron una impronta memorable en el imaginario de la fotografía española.

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